El proceso de la pérdida de peso está soportado por tres pilares: el ejercicio, la dieta y el descanso. Esto es lo más básico cuando se plantea acabar con la grasa sobrante. Si una de estas no se cumple no se perderá peso, o al menos se tardará mucho más.
De las tres, la que suele ignorarse más es la del descanso. Es como si no fuera realmente importante. Tiene que ver con la sensación de sacrificio y esfuerzo. Levantarse del sofá e ir al gimnasio a levantar mancuernas requiere trabajo; restringirse a una dieta saludable y resistirse a los antojos, también. En cambio, descansar es simplemente descansar. No moverse y dejar que el cuerpo se recupere. Pero para ello es necesario dormir correctamente, algo que no siempre es posible.
El hambre y la falta de sueño:
La higiene del sueño está muy ligada al peso. La relación entre dormir bien y perder peso ha sido probada por numerosos estudios científicos. Está demostrado que cuanto menos se duerme, más aumenta el índice de masa corporal
La explicación más sencilla es bastante lógica: al estar más rato despierto, no solamente se pierden horas de sueño, sino que también se suele compensar ese estrés con comida. Y no precisamente con fruta o una ensaladita. Luego, al estar más cansado, también da más pereza ir al gimnasio o salir a hacer deporte. Por lo tanto, se entra en un círculo vicioso de malos hábitos del que es complicado salir.
Sucede todo lo contrario cuando se duermen las horas apropiadas, que son más de siete por la noche. Al estar durmiendo, lógicamente, no se come y se tiene menos sensación de hambre. Además, se recarga la energía y al día siguiente se tienen más ganas de hacer cosas, por lo que se queman más calorías.
Pero dormir y perder peso no están relacionados por esta obviedad, se trata de algo más complejo: el metabolismo. En todo este proceso entran en juego tres hormonas: el cortisol, que es la hormona del estrés; la grelina, que se encarga de decirnos cuándo empieza a apretar el hambre y la leptina, que es la que avisa de que estamos saciados.
A partir de aquí, es un efecto dominó. Cuando se duerme disminuye el estrés, disminuye la grelina creando una menor sensación de hambre y aumentan los niveles de leptina, por lo que se come menos. Ocurre todo lo contrario cuando se duerme poco, mal o ambas: se altera el cuadro hormonal del cuerpo y se tiene la sensación de estar hambriento en las horas en las que se está despierto. Además, en estos casos, siempre hay preferencia por comer algo más calórico y rico en carbohidratos de lo que se debería.
Los expertos recomiendan que para tener un sueño correcto se debe cuidar el estilo de vida,
llevar una dieta equilibrada y adoptando técnicas de relajación y
gestión del estrés en el caso de que sea necesario.
¿Cuánto hay que dormir para que el cuerpo descanse y las hormonas no se descuadren?:
Esta es la pregunta del millón. La comunidad científica ha convenido que lo ideal es dormir entre siete y ocho horas y nunca menos de seis. La dificultad de conseguir estas horas de sueño está en que cada persona es un mundo, tiene sus propias preocupaciones, sus hábitos antes de irse a la cama y no siempre es posible dormir toda la noche del tirón. Así que ya no solamente hay que darle importancia a la cantidad de horas, sino a la calidad de este tiempo.
Los expertos recomiendan que para tener un sueño correcto se debe cuidar el estilo de vida, llevar una dieta equilibrada y adoptando técnicas de relajación y gestión del estrés en el caso de que sea necesario.
Estos son algunos trucos para poder dormir mejor:
- Nada de televisión o móvil al menos una hora antes de acostarse
- En la cama no se trabaja
- Haz actividades que tranquilicen: leer, un sudoku, una ducha caliente, meditar...
- Las cenas copiosas están prohibidas
- Bebe agua en vez de refrescos, té o café
- Las luces deben de estar apagadas
