El niño del contenedor: 26 años después, la justicia golpea la puerta de los culpables
Fue en Mujer Casos de la Vida Real, donde su historia encontró un eco nacional.
Mario Alemán / El Tiempo MonclovaLa historia de Dhilan sigue resonando como un recordatorio de la violencia infantil y la necesidad de proteger a los más vulnerables.
El 12 de noviembre de 1999, en la calle 28 de agosto del Barrio de La Estación, en Aguascalientes, la tragedia tomó forma cuando un pepenador, escarbando entre los desechos de un contenedor de basura, encontró lo que nadie debería hallar jamás. Dentro de una caja de huevos, San Juan, cuidadosamente cerrada como si contuviera algo frágil, yacía el cuerpo de un niño de apenas cuatro años. Esa imagen desgarradora quedó grabada para siempre en la memoria colectiva como el inicio de uno de los casos de violencia infantil más brutales de México.
El pequeño, sin nombre ni rostro para las autoridades en ese momento, llevaba puesta una camiseta de los 101 Dálmatas, su única vestimenta. Estaba maniatado, envuelto en un mantel con diseños navideños y una colcha con flores, como si sus verdugos intentaran darle un macabro adiós. Junto a él, dentro de la caja, encontraron una navaja manchada de líquido rojo y bolsas de basura.
Su cuerpo hablaba sin palabras: cubierto de moretones de diferentes antigüedades, cada marca era una denuncia de los días, quizá semanas, de horror que vivió antes de ser asesinado. La necropsia revelaría la verdad más cruda: Dhilan murió por traumatismo cráneo-encefálico, traumatismo raquimedular cervical y estallamiento de vejiga. En términos más simples, pero igual de brutales: lo golpearon con tanta violencia en la cabeza y la espalda que su pequeño cuerpo no pudo resistir.
El niño del contenedor.
Aquel hallazgo conmocionó a Aguascalientes. Nadie sabía quién era el niño ni de dónde había venido, pero la imagen de su camiseta y el lugar donde fue encontrado se convirtieron en símbolos de un caso que sacudió al país. Fue apodado “el niño del contenedor”, un nombre frío para una tragedia que desnudaba el lado más oscuro de la violencia intrafamiliar y la indiferencia social.
El caso se convirtió en un grito que pedía justicia, resonando incluso en los programas de televisión. Fue en Mujer Casos de la Vida Real, donde su historia encontró eco nacional. En 2001, Silvia Pinal hizo un llamado a la audiencia para identificar al menor y encontrar a los responsables. La camiseta de los 101 Dálmatas fue el detalle que, con el tiempo, conectó a Dhilan con su nombre, su origen y, finalmente, sus asesinos, tras ser identificado por su abuela.
Una vida marcada por el horror.
Dhilan Randal Mercado González nació en Huauchinango, Puebla, en 1995, y desde su llegada al mundo, su vida fue una sucesión de maltratos y abandono. Sus vecinos en Jalpa, Zacatecas, lo recordaron como un niño con marcas visibles de violencia en su cuerpo, denunciadas en múltiples ocasiones sin que nadie actuara para salvarlo.
Cuando su madre, Liliana Lucero Mercado, y su pareja, Francisco Javier López, se mudaron a Teocaltiche, Jalisco, debido a las denuncias por maltrato el horror se intensificó. Fue ahí donde, tras una discusión entre la pareja, Francisco descargó su ira sobre el niño con golpes brutales que le arrebataron la vida. Luego, en un intento desesperado por deshacerse del cuerpo, lo envolvieron en las telas y lo transportaron hasta Aguascalientes, donde lo arrojaron como un objeto descartado. Francisco se dedicaba a la fotografía y se trasladaba constantemente desde Jalisco hacia Aguascalientes para rebelar su material fotográfico, usando esto como fachada.
26 años de impunidad.
Por más de dos décadas, Liliana y Francisco evadieron la justicia. Desde Guanajuato hasta Quintana Roo, cada mudanza parecía borrar las huellas de su crimen, mientras la memoria del niño del contenedor seguía viva en los corazones de quienes exigían justicia.
Finalmente, este 2025, la justicia alcanzó a los responsables. La pareja fue capturada en un operativo conjunto en Chetumal, Quintana Roo, y trasladada a Aguascalientes. Ambos enfrentan cargos por homicidio doloso calificado con agravantes de ventaja y ferocidad, con una posible condena de hasta 40 años de prisión.
Un eco que nunca se extinguirá.
“El tiempo no cura nada, pero la justicia da algo de paz”, declaró el Fiscal Jesús Figueroa Ortega al anunciar la captura. Para muchos, esta detención llega tarde, pero es un recordatorio de que los crímenes contra los inocentes no se olvidan.
Dhilan, el niño del contenedor, aquel que fue reconocido por una camiseta de los 101 Dálmatas, finalmente tiene una voz que clama justicia. Su historia sigue siendo un eco desgarrador, un recordatorio de que la violencia hacia los más vulnerables no puede ni debe ser ignorada.
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