El cáncer de mama representa la principal causa de muerte entre las mujeres en México, lo que subraya la necesidad de una detección temprana. El Programa de Investigación en Cáncer de Mama (PICM), dirigido por la UNAM, ha logrado identificar biomarcadores que pueden facilitar la detección de esta enfermedad en sus etapas iniciales.
Alejandro Zentella Dehesa, investigador de la UNAM, señala que, a pesar de tener una incidencia similar, en México las mujeres mueren el doble que en Estados Unidos debido a este tipo de cáncer. La principal causa de esta disparidad es la detección tardía de la enfermedad.
En 2023, más de 8,000 personas perdieron la vida a causa del cáncer de mama en México, de las cuales el 95% eran mujeres, principalmente en el grupo de edad de 60 a 74 años. La tasa de mortalidad entre mujeres de 20 años o más fue de 17.9 por cada 100,000 habitantes.
Uno de los principales factores de riesgo en México es el sobrepeso y la obesidad, que afectan a cerca del 50% de los pacientes con cáncer de mama. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, la prevalencia de obesidad en adultos ha crecido de manera significativa, impactando especialmente a las mujeres.
“Actualmente estamos investigando qué factores y hormonas derivados del tejido adiposo podrían estar fomentando la producción de más células tumorales. Esta investigación es vital porque, de confirmarse, dichos factores podrían servir como marcadores médicos para lograr diagnósticos más precisos y evaluar el riesgo de cada paciente”, afirmó Zentella, quien forma parte del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM.
Zentella detalló que los marcadores podrían incluir desde proteínas en circulación en la sangre hasta mutaciones identificadas mediante secuenciación de ADN.
La investigación del PICM ha evidenciado que las células cancerosas son más agresivas en pacientes con obesidad, debido a los cambios provocados por el tejido adiposo, como la producción de hormonas y metabolitos que favorecen el crecimiento tumoral.
Los investigadores están trabajando en el desarrollo de pruebas que identifiquen marcadores específicos asociados a la obesidad, lo que permitirá diagnósticos más precisos y personalizados. Este avance sería crucial en la lucha contra el cáncer de mama, ya que ayudaría a detectar a tiempo los casos más agresivos y adaptar los tratamientos según el riesgo de cada paciente.
A pesar de que algunos factores de riesgo, como la genética, son inalterables, muchas muertes por cáncer de mama están relacionadas con hábitos poco saludables. El consumo excesivo de carbohidratos, alcohol, tabaco y la falta de actividad física incrementan el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Otros factores de riesgo incluyen el historial reproductivo (como la edad de inicio de la menstruación, la edad del primer embarazo, la no lactancia materna y el uso de tratamientos hormonales tras la menopausia) y la exposición a radiación.
Independientemente de estos factores, es fundamental que las mujeres reconozcan la importancia de la autoexploración mamaria y de las revisiones médicas periódicas para detectar posibles signos de alarma.
La detección temprana del cáncer de mama es crucial para reducir la mortalidad. Mejorar los hábitos de vida y promover la cultura de la autoexploración son acciones esenciales para disminuir el impacto de esta enfermedad. Con los avances en la investigación y la concienciación social, es posible salvar muchas vidas.