Un gol de Medina rescató a un flojísimo y preocupante Boca

El fútbol tiene una forma peculiar de ofrecer segundas oportunidades, algo que conocen bien aquellos que han vivido la emoción de un partido, ya sea como jugadores o aficionados. Este sábado, en el empate agónico 1-1 contra Independiente Rivadavia, Boca Juniors demostró cómo el deporte les brinda chance tras chance, aunque casi se ve sorprendido por una nueva derrota.

El partido no solo impactó en términos estadísticos. La actuación del equipo dejó la impresión de que cada semana parece empeorar, y es evidente que la diferencia entre el Boca que juega de local y el que lo hace de visitante radica en cómo se planifican los partidos y en la propuesta del adversario.

Boca parece tan centrado en ganar batallas tácticas —usando esquemas espejo, buscando superioridad en los duelos individuales, o intentando innovar con posiciones inesperadas— que ha perdido de vista la camiseta que representa y el peso que conlleva. El equipo debería asumir el control de los partidos en lugar de enfocarse excesivamente en el rival.

El juego contra Independiente Rivadavia es un claro ejemplo. La Lepra jugó con paciencia, aprovechando sus oportunidades sin imponer un ritmo que complicara a Boca. El equipo de La Bombonera tuvo espacios en el primer tiempo y controló el balón, mostrando signos de mejora con los regresos de Medina y Zenón, algunas intervenciones de Brian Aguirre, y momentos destacados de Edinson Cavani. Sin embargo, la falta de continuidad en el dominio y una alarmante falta de ambición permitieron a los mendocinos ganar confianza.

Sebastián Villa, quien había sido una de las armas ofensivas de Boca en el pasado, fue el responsable de una de las pocas situaciones favorables para el Xeneize en el partido. Con un penal concedido por una falta de Figal, Villa adelantó al local, aunque la intervención de Chiquito Romero evitó que Boca iniciara el partido en desventaja.