El gobernador Greg Abbott ha ordenado el incremento de las medidas de precaución para resguardar a la población.
El Gobierno de Texas se prepara para recibir a Beryl, un huracán que ya causó muerte y destrucción en el Caribe, y que este viernes se desplaza por México antes de dirigirse hacia Estados Unidos.
Se prevé que Beryl, que alcanzó la categoría 5, la mayor en la escala Saffir-Simpson, se fortalezca en las cálidas aguas del Golfo de México después de su paso por México, para llegar a Texas, previsiblemente en la mañana del lunes.
La División de Manejo de Emergencias de Texas (TDEM, por sus siglas en inglés) ha elevado su nivel de respuesta de emergencia como parte de las preparaciones ordenadas por el gobernador Greg Abbott para afrontar la llegada de Beryl. Actualmente, Beryl se encuentra a 1,045 kilómetros (650 millas) al este-sureste de Brownsville (Texas), en la frontera con México.
El primer huracán de la temporada atlántica mantiene vientos máximos sostenidos de 115 kilómetros por hora (70 millas), lo que lo clasifica como una tormenta tropical, según el más reciente boletín del Centro Nacional de Huracanes (NHC).
"Texas está preparada para desplegar rápidamente todos los recursos de respuesta de emergencia disponibles para ayudar a las comunidades en riesgo", declaró el gobernador de Texas en un comunicado.
El gobernador también instó a los residentes y visitantes de las zonas costeras a elaborar un plan de emergencia, revisar las rutas de evacuación en caso de huracanes y continuar monitoreando las condiciones climáticas para garantizar su seguridad y la de sus seres queridos.
Una evacuación voluntaria de la zona del Coastal Bend, que incluye nueve condados costeros y la ciudad de Corpus Christi, comenzará este viernes, mientras otras zonas se preparan con sacos de arena para enfrentar la llegada del sistema. La ciudad de Brownsville, así como otras ciudades del suroeste del Valle del Río Grande, ha entregado cientos de sacos de arena a los residentes para formar barricadas y prevenir inundaciones. La principal amenaza que enfrenta Texas con los huracanes son las fuertes lluvias y las inundaciones repentinas, como las causadas por el huracán Harvey, que azotó la costa de Texas en agosto de 2017.
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