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SUCESOS...DESCOMPOSICIÓN SOCIAL

SUCESOS...DESCOMPOSICIÓN SOCIAL
JOSÉ MARIANO OROZCO TENORIO
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DESCOMPOSICIÓN SOCIAL

Jean-Jacques Rousseau, filósofo suizo, sostenía que la construcción de toda sociedad (entiéndase que se refería a las comunidades, pueblos, países, etc.), residía en la aceptación y acatamiento de un contrato social tácito, y que, ahora, gradualmente se ha ido plasmando por escrito en la constitución y demás leyes secundarias. Así lo han apoyado una gran cantidad de juristas internacionales y nacionales. Los ciudadanos  aceptan, para convivir,  someterse al cumplimiento de la legislación en vigor, desde hace cientos de años. Naturalmente, a medida que la civilización avanza se va requiriendo actualizar la normatividad para que esté acorde a los nuevos tiempos. Algunos juristas han proclamado que cuando la sociedad quiere mostrar su descontento con sus mandatarios o con la legislación no queda más remedio que la resistencia civil de manera pacífica o hasta llegar a un golpe de estado, cuando se trata de algo más drástico y violento. Es realmente preocupante la violencia que está viviendo el país. Diariamente los diversos medios de comunicación informan de personas asesinadas, desaparecidas, torturadas, extorsionadas y asaltadas. No es solo en un Estado de la República, es ya en varios. Nos podrían decir que esto no es nuevo, pero es de llamar la atención la enorme saña mostrada en muchos delitos perpetrados. Las imágenes que hemos visto en los últimos días son alarmantes y nos inducen a reflexionar sobre la situación. Un secretario del Ayuntamiento asesinado solo después de 5 días de haber tomado posesión, el Alcalde de ese mismo municipio decapitado con la exhibición de  su cabeza en el toldo de su camioneta, cuando solo cumplía 7 días en su cargo, un Gobernador que argumenta que no se puede ni debe hacer nada para frenar los enfrentamientos y asesinatos en la capital de su entidad porque se trata solo de un conflicto entre bandos diferentes (aunque ya llevan 100 asesinatos), otro Gobernador que se justifica el no actuar porque la persona asesinada que se encontraron solo era un trabajador (y no un cineasta, como se había denunciado primero); linchamiento y quemados en vida de dos personas (culpables o no) por una comunidad harta de la violencia en su pueblo y la pasividad de las autoridades estatales y federales; frustración de emprendedores obligados a cerrar sus negocio; en fin, pudiéramos seguir describiendo los resultados de la delincuencia. ¿Qué ha pasado en nuestro país? Es aterradora la indiferencia de la sociedad. Sorprende el silencio. La impartición de justicia se ha politizado en lugar de aplicarla. Es cierto que la violencia se restringe a una parte de las entidades federativas, pero cuando se logra atender esos lugares, simplemente se traslada a otra. La sociedad puede responder que para eso se le ha conferido la responsabilidad a servidores públicos, pero está muy claro que los mismos han quedado rebasados. Se ha perdido el orden y control. Curiosamente, se ha presentado el documento inicial de la Estrategia Nacional de la Seguridad Pública, a solo 10 días después de haber iniciado el nuevo gobierno federal. Es decir, ¿se preparó en 10 días? Imposible. Se estuvo preparando meses antes. Y para continuar con la preocupación de la sociedad, la estrategia contempla profundizar en el amor, la felicidad, la fraternidad, de la población. En otras palabras, por lo pronto seguiremos igual. Pero este no es el problema medular. No son culpables las autoridades, ni los gobiernos locales, estatales ni federales, ni los partidos políticos, ni los empresarios. El problema radica en la sociedad mexicana. Nunca nos habíamos imaginado el grado ni la saña de la violencia que estamos presenciando. Pensábamos que los sacrificios humanos eran parte de una historia de horror de la que no queríamos recordar (ni hablar). No es un problema de los malos contra los buenos, no. Es un problema mayor y más profundo que nos incumbe a todos. Debemos de hacer una seria reflexión del País que queremos. ¿Ya se rompió el pacto social? Es decir, ¿necesitamos otro contrato social con diferentes cláusulas? Quizás así sea, pero entonces, trabajemos en la construcción de uno nuevo. Tienen razón las autoridades cuando el Gobierno nos dice que hay que investigar y conocer las causas; pero esa no es la solución a corto plazo. Urgen acciones para detener lo que está ocurriendo. Nadie se opone a que se investiguen las razones de la violencia, pero puede ser simultáneo con la implementación de las medidas. No se contrapone. Tenemos la seguridad de que lo que estamos viviendo no lo deseamos para nuestros hijos, ni nietos ni futuras generaciones. Se necesitaría tener una mente enferma para aceptar la continuidad. Todos queremos un México en el que prolifere la paz, la tranquilidad y la sana convivencia. Aquel México en el que podíamos salir a la calle sin la preocupación de que nos podían asaltar; en donde pudiéramos transitar por las carreteras de día y noche sin angustias. El país que fue reconocido mundialmente por su fraternidad por el calor de su gente. Volvamos a luchar por lo que hemos perdido. Es tiempo de hacer un llamado a la administración pública y a la privada, a las universidades, centros de investigación, a los maestros, trabajadores, en fin, a toda la sociedad, para que en un ejercicio honesto de análisis se replantee el México que queremos. Volvamos a estudiar y analizar el contrato social del que hablaba Rousseau; algo hemos perdido.

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