Las 6 mil personas que se dieron cita, entre ellas niños, jóvenes adultos y hasta personas de la tercera edad disfrutaron de la figura que puso al rock al alcance de todas esas generaciones.
Desde las afueras del Pepsi Center ya podía sentirse que no se trataba de un concierto cualquiera al que la gente se dirigía. Las botas negras, con suelas altas, chamarras de cuero, lentes oscuros, pelucas rizadas, y sombreros de copa, homenajeaban y presentaban al artista de la noche.
Slash, ya figuraba desde las camisetas, hasta los parches en las chaquetas de mezclilla. Y en los bares aledaños, ya podían escucharse los riffs que han hecho que este guitarrista sea considerado uno de los más importantes en la historia del rock.
“Sweet Child of mine”, “November Rain”, eran los himnos que hasta los vendedores de mercancía pirata o los revendedores de boletos utilizaban para atraer a su clientela, para entrar a tono, y estar en el clima del público. Pero los asistentes reían, pues no se trataba de un concierto de los Guns N’ Roses, sino de el guitarrista en solitario.
Lo que de verdad esperaban estaría adentro, y las expectativas se cumplieron. Las 6 mil personas que se dieron cita, entre ellas niños, jóvenes adultos y hasta personas de la tercera edad disfrutaron de la figura que puso al rock al alcance de todas esas generaciones.
Slash, despreocupado, casi sin mirar al público, con el cabello largo cubriéndose el rostro, del sombrero que complementa su personalidad y es símbolo también del rock n roll, atacó su guitarra, y el público gritó, pero sobre todo estuvo expectante ante la habilidad con la plumilla atacando las cuerdas.
Casi hipnotizados, por momentos en el lugar dejaban de escucharse los gritos, y solo sobraba en el ambiente el murmullo de los que intercambiaban, impresionados, opiniones de lo que estaban viendo, historia viva del rock.
Pero con “Speed Parame”, “Starlight”, “You are a lie”, esa atención respetuosa se rompió convirtiéndose en brincos por todo el recinto, que dejaban ver las manos agitándose de un lado a otro, las melenas largas girando y agitándose, todo entre vasos de cerveza cara, que volaban de un lado a otro sin importar el precio.
“Rocketman”, y “Anastasia”, cerraron el repertorio, y solo diciendo “Fue divertido”, se despidió Slash de la Ciudad de México, las luces se encendieron dejando ver el sudor en los asistentes, y en el lugar que se iba vaciando el eco se iba haciendo más grande.
Así arrancó actividades el Pepsi Center este 2024, con Slash como invitado inaugural y un público que bautizó con sudor, saliva y cerveza, el año que arranca para este inmueble.
