En la cocina mexicana, las tortillas de harina son un ingrediente que no puede faltar. Originarias del norte del país, su uso se ha popularizado en una variedad de platillos como burritos, tacos y gringas.
Las tortillas de harina, un alimento con una tradición que se remonta al siglo XVI, se han convertido en un básico en muchas mesas a lo largo de generaciones. Sin embargo, consumirlas a diario puede tener un impacto notable en tu salud.
Uno de los principales ingredientes de las tortillas de harina es la manteca, ya sea de origen vegetal o animal. Esta grasa proporciona la textura suave y el sabor característico de las tortillas, pero también es una fuente significativa de grasas saturadas. Un consumo elevado de estas grasas puede aumentar los niveles de colesterol LDL, conocido como colesterol “malo”, lo que a su vez eleva el riesgo de enfermedades cardíacas.
Las grasas saturadas presentes en la manteca pueden contribuir a la formación de placas en las arterias, lo cual puede provocar problemas graves de salud como ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares. Aunque las tortillas de harina contienen algunos ácidos grasos beneficiosos, como los monoinsaturados, es importante moderar su consumo para evitar efectos negativos.
Sodio: un riesgo para la presión arterial
Además de las grasas, las tortillas de harina suelen contener sodio, un mineral que puede ser perjudicial en exceso. Aunque hay versiones comerciales con menos sodio, muchas tortillas aún contienen cantidades considerables.
El sodio es un factor de riesgo clave para la hipertensión, que puede llevar a complicaciones como daño renal y problemas cardíacos. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) alerta sobre los riesgos del consumo excesivo de sodio, ya que puede elevar la presión arterial y aumentar la probabilidad de insuficiencia cardíaca.
Para aquellos que disfrutan de las tortillas de harina regularmente, es crucial vigilar la cantidad de sodio consumido y combinar este alimento con opciones bajas en sal.
Beneficios de fibra y vitaminas
A pesar de los riesgos asociados con las grasas y el sodio, las tortillas de harina también ofrecen beneficios. Son una buena fuente de fibra, esencial para una digestión saludable y para la regulación del tránsito intestinal, ayudando a prevenir el estreñimiento y a reducir los niveles de colesterol en la sangre.
Además, las tortillas de harina aportan vitaminas esenciales como A, E y del complejo B (B1, B2 y B3), que son cruciales para la salud ocular, el sistema inmunológico y la producción de energía.
Estos beneficios pueden maximizarse al optar por tortillas caseras, donde es posible controlar mejor los ingredientes y utilizar opciones más saludables.
Moderación: la clave para una dieta equilibrada
Incluir tortillas de harina en una dieta equilibrada es posible si se hace con moderación. El exceso, tanto en cantidad como en frecuencia, puede llevar a problemas de salud como aumento de peso e hipertensión.
Elegir versiones más saludables, moderar el consumo y consultar a un especialista en nutrición para ajustar la dieta según las necesidades individuales son pasos clave para disfrutar de este alimento tradicional sin comprometer la salud.
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