La perforación del pezón es una tendencia en aumento, pero antes de embarcarse en esta moda, es crucial estar consciente de los riesgos y desafíos que conlleva este tipo de modificación corporal.
Aunque puede ser un adorno estético tentador, hay que recordar que este proceso no es indoloro y que el tiempo de recuperación es considerablemente más largo en comparación con una simple perforación en la oreja.
Dolor y recuperación lenta:
La perforación del pezón no es para los débiles de corazón, ya que el proceso en sí no es indoloro. La aguja atraviesa el tejido sensible del pezón, causando molestias considerables.
Sin embargo, el dolor no termina con la perforación; la recuperación también puede ser una experiencia incómoda.
Los pezones requieren más tiempo para sanar en comparación con otras partes del cuerpo sometidas a la misma práctica, y este proceso puede extenderse entre 18 meses y tres años en algunas mujeres.
Durante todo este período, persiste el riesgo de infección, lo que podría resultar en cicatrices desagradables y, en el peor de los casos, requerir intervención quirúrgica, ya que la infección puede propagarse a través de los conductos y afectar a los ganglios linfáticos.
Riesgos de perforar los pezones:
La perforación del pezón lleva consigo una serie de riesgos potenciales que deben ser cuidadosamente sopesados antes de tomar una decisión. Entre los riesgos destacados se encuentran:
1. Formación de Abscesos: La formación de bolsitas de pus debajo de la piel es una complicación posible y desagradable que puede surgir después de la perforación del pezón.
2. Galactorrea: Algunas personas pueden experimentar la secreción espontánea de leche, conocida como galactorrea, como resultado de la perforación del pezón.
3. Daños en los nervios: La perforación del pezón también conlleva el riesgo de dañar los nervios circundantes, lo que podría tener consecuencias a largo plazo.
4. Hemorragia: Las hemorragias son una posibilidad, especialmente durante el procedimiento de perforación.
5. Reacciones alérgicas: Las reacciones alérgicas a los metales de la joyería utilizada son un riesgo a considerar, lo que puede provocar inflamación y molestias.
6. Formación de quistes y queloides: La formación de quistes y queloides, un exceso de crecimiento de la piel durante el proceso de cicatrización, es una complicación potencial.
7. Enfermedades transmitidas: Aunque en menor medida, existe la posibilidad de contagio de enfermedades como la hepatitis B y C, y en casos excepcionales, el VIH (SIDA).
Piercing del pezón e impacto en la lactancia:
Si estás considerando una perforación del pezón y planeas amamantar en el futuro, debes tener en cuenta los riesgos adicionales que esto puede presentar.
Durante la lactancia, podrías enfrentar obstáculos como la obstrucción y deformación de los conductos lactíferos, una menor producción de leche y la posibilidad de que la leche se filtre por los orificios del piercing.
Además, existe el inimaginable riesgo de que el bebé pueda tragarse el piercing, una situación que, aunque rara, ha ocurrido.
Por todo lo anterior, antes de embarcarte en este proceso, evalúa cuidadosamente los riesgos y considera si la recompensa estética vale la pena los posibles desafíos y complicaciones que puedan surgir.
La salud y el bienestar siempre deben ser la prioridad cuando se trata de modificaciones corporales.
