Un estudio reciente revela que las personas que sufren casos graves de COVID-19 tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas de salud mental en el año siguiente a la infección. No obstante, la vacunación parece ofrecer protección contra estos efectos negativos en la salud mental, según los hallazgos publicados en la edición del 21 de agosto de JAMA Psychiatry.
Los datos muestran que quienes fueron hospitalizados por COVID tienen un riesgo 16 veces superior de desarrollar depresión, mientras que incluso aquellos con COVID no hospitalizado tienen más del doble de riesgo de sufrir depresión. En contraste, la incidencia de depresión entre las personas vacunadas contra COVID es similar a la de quienes nunca se contagiaron con el virus.
"Estos resultados subrayan la importancia de la vacunación contra COVID-19 en la población general y, especialmente, en individuos con enfermedades mentales, quienes podrían estar en mayor riesgo tanto de infección como de resultados adversos post-COVID-19", comentó Venexia Walker, investigadora principal y epidemióloga sénior en la Facultad de Medicina de la Universidad de Bristol.
Para el estudio, los investigadores revisaron los registros médicos de más de 18.6 millones de adultos en Inglaterra, antes de que la vacunación contra COVID-19 estuviera disponible. Aproximadamente 1 millón de estos pacientes tenían un diagnóstico confirmado de COVID. También analizaron datos de más de 14 millones de personas vacunadas, con más de 866,000 diagnosticadas con COVID, y un grupo de más de 3.2 millones de personas no vacunadas, con cerca de 150,000 infecciones confirmadas.
Los resultados revelaron que la infección por COVID incrementaba el riesgo de diversos trastornos mentales en un plazo de una a cuatro semanas después de la enfermedad, siendo el riesgo particularmente alto tras infecciones graves que requirieron hospitalización. Este riesgo elevado se mantuvo hasta un año después de una infección grave en quienes no estaban vacunados.
El estudio abarcó una variedad de enfermedades mentales, incluyendo depresión, ansiedad, TEPT, trastornos alimentarios, adicciones, autolesiones, suicidio y trastornos mentales graves como la esquizofrenia. Jonathan Sterne, profesor de estadísticas médicas y epidemiología de la Universidad de Bristol, destacó la importancia de estos hallazgos al identificar conexiones entre COVID-19 y problemas de salud mental, así como otras condiciones como enfermedades cardiovasculares y diabetes.