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La parroquia de Santiago Apóstol: Testigo de la historia

La parroquia de Santiago Apóstol: Testigo de la historia
Sóstenes de Hoyos
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El primer cura párroco fue don Toribio García de Sierra y le dio la bendición solemne el 1 de enero de 1690.

La parroquia de Santiago Apóstol es uno de los principales monumentos históricos de nuestra ciudad y encierra un significado especial, no solo en el ámbito religioso sino en el de nuestro pasado histórico, ya que desde 1688, como se establece en el primer libro de bautismos, se le llama parroquia de la villa de Santiago de la Monclova, aun antes de la fundación formal hecha por don Alonso de León, lo que nos indica que Monclova en ese año era ya una verdadera comunidad, aun cuando la amenaza constante de los indios ponía en riesgo todo intento de establecimiento.
 
En el acta de fundación de Santiago de la Monclova, hecha en 1689 por don Alonso de León González se dio un enorme solar ubicado en la parte norte de la plaza, donde seguramente ya estaba establecido un gran jacalón que hacía las veces de parroquia. El primer cura párroco fue don Toribio García de Sierra y le dio la bendición solemne el 1 de  enero de 1690.
 
El documento más antiguo sobre matrimonios en Monclova,  se conserva en el archivo de la Parroquia de Santiago Apóstol y es del 24 de agosto de 1689, a escasos doce días de la fundación de la entonces villa. El libro de matrimonios de la Parroquia, inicia con el matrimonio de Joseph Jiménez y  Antonia de Minchaca y fueron casados por el Bachiller Toribio García de Sierra. Se iniciaba así la historia de una comunidad ligada a su parroquia y donde se registrarían todos los sacramentos que mandaba la iglesia.
 
En 1755 la villa de Santiago de la Monclova estaba sin párroco, por lo que el obispado de Guadalajara designó al joven de veinticinco años nacido en la villa del Saltillo, José Miguel Sánchez Navarro.
Con la llegada del joven párroco, se inició el largo proceso de construcción de la nueva parroquia, obra que para 1756 ya estaba en marcha, al ser designado como recaudador del diezmo de la provincia de Coahuila, encontró una gran oportunidad para obtener recursos y así emprender la obra.
 
En 1777,  Fray Agustín de Morfi, un franciscano que recorrió estas tierras inhóspitas, escribió en su diario:
“La iglesia es una bodega muy obscura, con cinco altares infinitamente pobres. Inmediata a ella se está construyendo una parroquia muy capaz, toda de sillería; para su portada están ya labradas varias piedras muy bellas: son areniscas blandas veteadas de amarillo, que aunque por su grano no admiten pulimento, miradas a cierta distancia parecen mármol…”
 
En el libro “Historia general de Coahuila” del Dr. Regino Ramón, se indica que esta parroquia fue bendecida y consagrada el 25 de julio de 1796 por el Sr. Obispo Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés.
Para el año de 1802, las bóvedas de la gran parroquia se vinieron abajo debido a una larga temporada de lluvias que asolaron la región, por lo que el obispo de Monterrey ordena al arquitecto francés Jean Crouset haga los nuevos planos y proceda a cerrarlas.
 
El 15 de julio de 1809 dentro de ella se juró defender la Santa Religión Católica, la defensa de la corona Española y fidelidad  al rey don Fernando VII. 
 
En ella se realizaron los suntuosos funerales del canónigo José Miguel Sánchez Navarro en abril de 1821 y después, el 15 de junio del mismo año en misa solemne, se juró la independencia de nuestro país, 3 meses y 12 días antes que entrara a la Cd. de México el ejército trigarante.
Durante la revolución en los años de 1913 y 1914, en las que se enfrentaron las fuerzas Carrancistas contra el gobierno federal, la torre antigua del lado oriente de la parroquia sirvió de fortaleza para los combatientes.
Durante más de dos siglos la Parroquia de Santiago Apóstol ha sido testigo fiel de la historia de nuestra ciudad, desde los crueles ataques de los indios, la aprehensión de los caudillos de la independencia, el paso del gran ejército de Santa Anna,  la  estancia  del ejército norteamericano en la guerra contra los Estados Unidos cuando perdimos Texas, el paso del poderoso ejército francés, la guerra de reforma, la estancia del Gral. Porfirio Díaz, el paso del caudillo Pancho Villa durante la revolución, la estancia de Don Venustiano Carranza, entre otros muchos acontecimientos importantes que hasta el día de hoy suceden.
Dentro de los acontecimientos chuscos podemos contar el de la llegada del hombre mosca a Monclova, el cual solicitó permiso para subir por la pared frontal de la iglesia hasta lo más alto de la torre oriente sin ninguna otra ayuda que las de sus manos y pies, este evento causó gran algarabía entre la gente que se congregó en gran cantidad en la plaza principal y en los alrededores de la iglesia.
 
En el año de 1907, el día 16 de septiembre, a las dos de la mañana, con motivo de la celebración del Grito de Dolores, fue solemnemente inaugurado el reloj público, al dar este por primera vez la hora indicada.
El aparato de referencia, de procedencia europea, es el Reloj de Torre número dos que proporciona la Casa Diener Hermanos de la capital de la república; es de ocho días de cuerda, está provisto de tres campanas que pesan respectivamente, veinte, treinta y cincuenta kilos y da los cuartos con dos sonidos distintos. Todo el reloj, que tiene su maquinaria de movimiento para cuatro carátulas (maquinaria que se ha aprovechado), con una carátula interior de metal, pesas, cono, péndulo, movimiento de manecillas, armazón de madera y tres campanas con su correspondiente armazón, pesa en bruto aproximadamente 600 kg.
 
En su armazón propia el reloj tiene las siguientes dimensiones: alto 151 cm, ancho 136 cm y de fondo 60 cm. Su maquinaria es de fuerza constante, sus ruedas y chumaceras son de bronce de cañón, y sus piñones y pivotes de acero pulido, todo de material superior.
La fuerza constante de que está dotado impide que se interrumpa la marcha del reloj mientras se le da cuerda y evita que las pesas hagan esfuerzo sobre el escape, ejerciéndolo solo sobre las manecillas. Toda su construcción, en fin, es perfecta y tan bien calculada, que el sonido de las campanas es fuerte y sonoro a pesar de que las pesas son relativamente ligeras, y de estar suspendidas por cables delgados. 
La mejora de que se hace mérito se colocó dentro de una torre cuadrilátera levantada sobre el costado ponente de la parroquia de Santiago, quedando las campanas en el interior de la cúpula cónica respectiva. Dicha torre tiene estas dimensiones: seis metros y setenta y dos centímetros de altura, (sin tomar en cuenta la cúpula que contiene las campanas), por tres metros y diez y siete centímetros que se dieron a cada uno de los cuatro lados.
Las cuatro carátulas de cristal que se ven al exterior, cada una de las cuales tiene un metro cincuenta centímetros de diámetro, quedaron colocadas a diez y siete metros de la base de la parroquia.
Según los comprobantes que existen en la tesorería de la Junta de Mejoras Materiales, como en la Tesorería Municipal, el importe de la maquinaria del reloj puesta en Estación Monclova fue de un mil seiscientos ochenta y cinco pesos, la construcción de la torre un mil ciento veintiún pesos treinta y seis centavos, y la colocación del expresado reloj hasta ponerlo al corriente cuatrocientos cincuenta pesos, o sea un total de tres mil doscientos cincuenta y seis pesos treinta y seis centavos.
 
En noviembre de 1946 se derrumbó la torre del reloj y a finales de la década de 1940 se terminó la edificación de dos cuerpos mas a la torre principal ubicada en el ala oriente de la parroquia y que es, con algunas pequeñas modificaciones, como se encuentra actualmente.
 
En la parroquia de Santiago, se observa, conservándose desde la Colonia, un altar dedicado a Santa María de Guadalupe.  Hoy día decoran el altar mayor óleos que  se debieron al pincel de la Sra. Elena Fuentes, esposa del Dr. Regino F. Ramón, además cuenta la iglesia con dos antiguas campanas de fecha 1797 y1886, así como otra más moderna que conmemora con tal devoción la primer visita papal a México en 1979.
 
Las antiguas campanas nos cuentan de su historia, teniendo escrito: AÑO DE 1797. SIRVO AL SANTO PATRON SANTIAGO DE MONCLOVA.
 
Esta campana fue fundida un año después de la bendición  de la Parroquia que hoy conocemos,  bendecida y consagrada el 25 de julio de 1796 por el Sr. Obispo de Linares Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés. 
La segunda campana dice: MARIA DE GUADALUPE MONCLOVA. DICIEMBRE 12 DE 1886.
 
Con la restauración que se llevó a cabo en la Parroquia de Santiago Apóstol en Monclova a fines de los años 1980, se fundieron nuevas campanas. Por lo que quedaron las dos antiguas en desuso, ya no tañían, dejado su lugar del campanario a unas nuevas.
El pintor e historiador local Jesús Guajardo de los Santos, realizó un diseño para dar sitio honroso al par de campanas que tantas veces llamaron al pueblo de Monclova: Dos esbeltos nichos  las cobijarían. El monumento a las campanas de Santiago es un muro y dos nichos ubicado en la parte poniente del atrio de la parroquia. Fue construido por el maestro cantero Jesús Padilla, con material traído de Cuatro Ciénegas.
 
El “Muro de las Campanas”, construcción dirigida por el arquitecto Javier Velarde López, consta de un muro de 18 metros que conecta la esquina izquierda de la fachada del templo, con la acera de la Calle V. Carranza. Consta en su extremo sur, de dos altos nichos de aproximadamente cinco y seis metros de alto; el exterior dirige su apertura hacia la plaza y el interior directamente a la Puerta del Templo. Tiene una grada continua a todo lo largo de la construcción, y dos a manera de peldaños en los nichos. En la parte central del muro, existe una elevación para usarse de ser necesario para dirigirse a la gente desde una altura superior. En la parte elevada del muro, hay un corte que contiene una silueta del Cerro de la Gloria, una jardinera para plantas nativas de la región y una espadaña, símbolo de la evangelización franciscana. Estos tres elementos significan Lo perene (el cerro), las comunidades nativas de esta región (las plantas) y el mestizaje (espadaña).  
 
También se pueden apreciar tres placas que se pusieron en esta restauración:
 
Una que narra los fundadores de estas tierras, tanto religiosos como militares, una segunda es un salmo escrito por el poeta de Lamadrid, el desaparecido Fray Jerónimo Verduzco, y una tercera que es la dedicatoria de este monumento a las personas mayores que aunque están con nosotros ya no trabajan como antes, paralelismo entre ellos y estas campanas.
 
La parroquia de Santiago Apóstol, sus grandes paredes, sus antiguas puertas y campanas, son como el alma de nuestra ciudad, en las cuales se sientan las bases de nuestra identidad como parte de esta vasta tierra norestense, tierra que nos ha dado su mejor fruto para beneficio nuestro y el de las generaciones futuras.

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