En México, la obesidad se ha convertido en el principal flagelo de salud pública, se indicó durante la conmemoración del Día Mundial de la Obesidad y el lanzamiento del Día Nacional de la Obesidad en el Senado de la República.
Según el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Ruy López Ridaura, la obesidad no solo conlleva muertes prematuras, sino que también es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades graves que amenazan la vida saludable y productiva de la población.
López Ridaura destacó que la obesidad es un problema omnipresente que afecta incluso a las comunidades rurales, donde los entornos obesogénicos favorecen el acceso a productos ultraprocesados y promueven un estilo de vida sedentario.
El consumo de dietas de mala calidad, impulsado por la industria alimentaria, contribuye significativamente a este problema de salud pública, según precisó el director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Simón Barquera Cervera.
Barquera Cervera también alertó sobre el rápido aumento de la obesidad, que pone en peligro el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030. A pesar de su reconocimiento como enfermedad en la Clasificación Internacional de Enfermedades, la obesidad sigue siendo subestimada por la población, lo que podría llevar a una pandemia de obesidad con cuatro mil millones de personas afectadas para 2035, si no se toman medidas urgentes.
En México, más del 36.9% de la población adulta vive con obesidad, y se estima que para 2030 esta cifra podría aumentar al 45%.
La obesidad infantil también es motivo de preocupación, ya que se espera que se duplique en los próximos años. Para hacer frente a esta crisis, se ha declarado el 4 de marzo como el Día Nacional de la Obesidad, con el objetivo de concienciar a la población sobre las graves implicaciones de esta enfermedad y promover acciones preventivas.
Expertos advierten que la obesidad no solo afecta la salud individual, sino que también aumenta el riesgo de complicaciones graves y fallecimiento por enfermedades infecciosas como el COVID-19.
Además, la transición alimentaria en curso en el país, caracterizada por el aumento del consumo de productos ultraprocesados y la disminución de alimentos frescos, está exacerbando aún más este problema de salud pública.
Ante esta situación crítica, es imperativo que se tomen medidas integrales para abordar la obesidad desde diferentes frentes, incluida la promoción de una alimentación saludable y la creación de entornos que fomenten la actividad física. Solo con un enfoque coordinado y acciones concretas se podrá revertir esta epidemia que amenaza la salud y el bienestar de la sociedad mexicana.
