La falta de atención a la salud de las mujeres a las seis semanas del parto
AGENCIAS / EL TIEMPOEn las últimas tres décadas, se han logrado grandes avances en la reducción de la mortalidad materna. No obstante, en algunas regiones esta cifra es todavía muy alta. Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día mueren en todo el mundo más de 800 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto.
Según un artículo publicado a principios de diciembre en The Lancet, a pesar de los diversos logros alcanzados en la salud materna, el enfoque histórico en la reducción de la mortalidad de las madres ha ido acompañado de una relativa desatención a las complicaciones del parto y del nacimiento que pueden surgir o persistir meses o años después de alumbrar.
El trabajo, una profunda revisión de datos epidemiológicos sobre las complicaciones físicas y psicológicas que se producen tras el parto a medio y largo plazo recogidos desde el 2000 hasta el 2022, concluye que muchas condiciones causadas o exacerbadas por el embarazo y el parto pueden presentarse en las mujeres meses o incluso años después de haber dado a luz, afecciones que han sido pasadas por alto en la agenda de salud global y en los planes de acción nacionales. Esto ha llevado a la idea errónea de asimilarlas como poco comunes o sin importancia. La limitación histórica de los servicios de atención posnatal a las 6 semanas posteriores al nacimiento también resulta un factor contribuyente a la preocupante alta prevalencia de problemas que achacan a algunas madres.
En cuanto a los problemas de salud más comunes a las 6 semanas después del nacimiento, predomina las relaciones sexuales dolorosas (dispareunia); incontinencia anal o urinaria, o ambas a la vez, la depresión post-parto, la tocofobia (miedo severo al parto); y dolor posparto crónico, como dolor lumbar y dolor perineal. De acuerdo con esta revisión, entre las afecciones más prevalentes en la morbilidad de mujeres relacionada con el trabajo de parto y el parto a mediano y largo plazo más de un tercio de las mujeres registró, por ejemplo, dispareunia en un 35 % de los caos, lumbalgia (32 %), incontinencia urinaria (8 %–31 %), ansiedad 9 %–24 %, incontinencia anal (19 %), depresión (11 %– 17 %), tocofobia,(6 %-15 %), dolor perineal (11 %) e infertilidad secundaria (11 %).
Según señalan los autores, otras condiciones que ocurren como consecuencia del trabajo de parto y el parto menos frecuentes o menos comunes, también tienen efectos graves en la salud y el bienestar de las mujeres. Entre ellas, los autores señalan problemas como el prolapso de órganos pélvicos, trastorno de estrés postraumático, la disfunción tiroidea, mastitis, seroconversión del VIH, episodios de psicosis, tromboembolismo venoso y miocardiopatía periparto.
El estudio, que obtuvo la información de fuentes como la ONU y datos de registros de maternidad nacionales e internacionales como MedlinePlus, entre otras referencias, también advierte que, aunque muchas intervenciones en el trabajo de parto y el parto se ofrecen para minimizar el daño a la madre o al bebé, su uso indebido o excesivo puede provocar complicaciones iatrogénicas. Un ejemplo claro lo representa la episiotomía, una rutina frecuente que se basa en la incisión en el periné para aumentar la apertura vaginal durante la última parte del periodo expulsivo del trabajo de parto o durante el parto en sí. Distintos trabajos han demostrado desde hace tiempo que el uso restrictivo de episiotomía se asocia con menos traumatismo perineal posterior y menos complicaciones a futuro. Al igual que se ha demostrado que el parto con fórceps es una medida protectora para el feto pero se asocia con un mayor daño al tejido materno, el uso imprudente de uterotónicos para aumentar las contracciones débiles durante el trabajo de parto es un factor de riesgo bien conocido de complicaciones potencialmente mortales, como la ruptura uterina, con consecuencias devastadoras, como infertilidad secundaria debido a la reparación de la pared uterina y la ligadura de trompas, histerectomía parcial o total o sepsis pélvica. De acuerdo con los datos recogidos en The Lancet, incluso las intervenciones farmacológicas justificadas, como el uso de la oxitocina o misoprostol para la inducción del parto, o las quirúrgicas, como la episiotomía y la cesárea, aún pueden interferir con la recuperación de la mujer. Estas complicaciones pueden desencadenar resultados físicos, sociales o psicológicos adversos que pueden persistir o surgir mucho después del parto.
Como advierten los autores del trabajo, la mayoría de los datos sobre la prevalencia de este tipo de padecimientos que sufren las mujeres después del parto provienen de países de altos ingresos con sistemas de salud con recursos. A excepción del ámbito de salud mental, apenas hay datos a nivel poblacional de países de ingresos bajos y medios. Por lo que, apuntan los autores, la situación de aquellas que fueron madres podrían dar resultados más graves en dichas regiones. De acuerdo con los estudios revisados en la publicación de The Lancet, se destaca una mayor prevalencia de depresión posparto entre las mujeres de los países de ingresos bajos y medianos en comparación con las de los países de ingresos altos, registrándose una prevalencia de hasta el 17 % en los primeros y del 11 % en los segundos.
Mejoras en las guías y pautas para mejorar la salud maternal a largo plazo
Según el casi centenar de guías clínicas consultadas para la prevención, reconocimiento y tratamiento de las morbilidades a mediano y largo plazo derivadas del trabajo de parto y el parto, aunque existen guías de alta calidad para algunas de estas afecciones, en su mayoría se desarrollan y adaptan a entornos de países de altos ingresos. Estas medidas destacan sistemáticamente la importancia de una atención de buena calidad en el parto, evaluaciones clínicas sistemáticas, exámenes de detección de las mujeres en el posparto para identificar a las que están en riesgo y un rápido tratamiento rápido.
Con el objetivo de abordar de manera integral estas condiciones, los investigadores concluyen la necesidad de servicios de salud más amplios e integrales, con una extensión más allá de las 6 semanas posparto y abarcar modelos de atención multidisciplinarios. Por otro lado, hacen un llamamiento a un mayor reconocimiento, mejores mediciones y acción y financiación colectivas para prevenir y gestionar las consecuencias a mediano y largo plazo del trabajo de parto y el parto que afectan a millones de mujeres en todo el mundo y que no están incluidas en la agenda global ni en los planes de acción nacionales de salud de muchos países. Por último, los autores abogan por una mayor inversión en investigación epidemiológica, intervencionista y de implementación. Como concluyen, la atención oportuna, centrada en las mujeres y basada en evidencia, es la estrategia tanto preventiva como reparadora más eficaz para todas las complicaciones mencionadas.
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