Un poco de frío intenso podría ser el secreto para disfrutar de un sueño profundo. Científicos de Canadá y Francia encontraron evidencia de que pasar cinco minutos al día en temperaturas extremadamente bajas puede mejorar significativamente el sueño de las personas.
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Montreal y la Universidad de Poitiers, se centró en los beneficios potenciales de la “criostimulación” diaria en todo el cuerpo. Al analizar a voluntarios sanos en el laboratorio, los investigadores descubrieron que la duración y la calidad del sueño mejoraron con esta terapia de frío. Según los científicos, la criostimulación podría ser un tratamiento viable para quienes enfrentan problemas para dormir.
El experimento incluyó a nueve mujeres y once hombres en sus veintes. Durante cinco días consecutivos a las 6 p.m., los participantes se despojaron de su ropa y entraron en una cámara enfriada a -90°C durante cinco minutos. Para contexto, esta temperatura es más fría que el registro natural más bajo en la Tierra (-88.6 °C). Los voluntarios continuaron con su rutina diaria normal, pero sin consumir alcohol, cafeína u otras sustancias que pudieran influir en el sueño. Se les entregaron dispositivos portátiles para rastrear su ritmo cardíaco, actividad cerebral y patrones de sueño, además de encuestas para evaluar la calidad del descanso. Como control, el experimento se repitió sin someter a los voluntarios a la terapia de frío.
Los resultados mostraron que los participantes durmieron mejor tras la criostimulación, aunque los efectos solo se hicieron evidentes después del quinto día. El cambio más destacado fue en la fase de sueño profundo, también conocida como sueño de ondas lentas, la más reparadora. En promedio, los participantes obtuvieron 7.3 minutos más de sueño profundo por noche tras la terapia (una persona promedio obtiene unas dos horas de este tipo de sueño por noche). Las mujeres, en particular, reportaron una mejora significativa en la calidad del sueño.
Los hallazgos, publicados en la edición de diciembre de la revista Cryobiology, son prometedores, aunque no es necesario salir corriendo a buscar una cámara criogénica todavía. Para el estudio, los investigadores utilizaron una cámara de aire frío MECOTEC. Sin embargo, los resultados deben tomarse con cautela debido al pequeño tamaño de la muestra y la modestia de las mejoras observadas. Aun así, los investigadores creen que los beneficios podrían ser más pronunciados en personas con problemas graves de sueño.
“Si bien este estudio se centró en personas que duermen bien en general, creemos que la criostimulación podría ser especialmente útil para quienes tienen dificultades para dormir”, comentó Olivier Dupuy, profesor asociado de la Escuela de Kinesiología y Ciencias de la Actividad Física de la Universidad de Montreal.
El estudio forma parte de un proyecto más amplio que examina los beneficios de la criostimulación en la salud. Investigaciones previas sugieren que esta técnica puede aliviar ciertos tipos de dolor e inflamación, y el equipo de Dupuy también exploró su impacto en atletas de élite durante los recientes Juegos Olímpicos de París. Próximamente, planean publicar dos estudios adicionales sobre cómo el frío extremo puede influir en el sueño. Aunque se necesita más investigación para validar los hallazgos y comprender cómo funciona exactamente este mecanismo, los científicos están optimistas sobre su potencial en campos médicos y terapéuticos.
“Con estos datos prometedores, la criostimulación podría adoptarse en entornos clínicos en las áreas de medicina, kinesiología y fisioterapia”, concluyó Dupuy.