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El 40% de los cánceres de mama posmenopáusicos están ligados al exceso de grasa

La proporción es mucho mayor que la que se calcula con el índice de masa corporal (IMC) de uso generalizado

SALUD: La proporción es mucho mayor que la que se calcula con el índice de masa corporal (IMC) de uso generalizado
REDACCIÓN / EL TIEMPO
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Cerca del 40 % de los casos de cáncer de mama con receptor de estrógenos positivo (ER+), el tipo más común, se pueden atribuir a un exceso de grasa corporal, que supera el 40 %.

Este dato se deriva de un estudio publicado en la revista *Journal of Epidemiology and Community Health*, realizado por un equipo del Instituto de Investigación en Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que analizó la relación entre el cáncer de mama y la obesidad en más de 2,000 mujeres posmenopáusicas en 12 provincias de España.

Esta proporción es notablemente superior a la cifra actual, que establece que solo 1 de cada 10 casos se atribuyen al exceso de peso utilizando el índice de masa corporal (IMC), lo que sugiere que el impacto real de la obesidad en el riesgo de cáncer de mama puede estar subestimado.

Los investigadores subrayan que este hallazgo es fundamental para planificar estrategias de prevención más efectivas. En su estudio, compararon el IMC con el CUN-BAE (Clínica Universidad de Navarra–Estimador de Adiposidad Corporal), una medida más precisa de la grasa corporal que tiene en cuenta factores como la edad y el sexo. El estudio incluyó a 1,033 mujeres blancas posmenopáusicas con cáncer de mama y 1,143 libres de la enfermedad, emparejadas por edad, sexo y región geográfica.

Todos los participantes formaron parte del proyecto multicéntrico caso-control (MCC)-España, diseñado para investigar factores ambientales y genéticos relacionados con varios tipos de cáncer. Se les preguntó sobre posibles factores de riesgo, incluidos datos sociodemográficos, estilo de vida e historial médico y reproductivo personal y familiar.

La información sobre su dieta se obtuvo a través de un cuestionario validado de frecuencia de consumo alimentario, mientras que el consumo de alcohol se recopiló mediante un cuestionario autoadministrado.

El estudio utilizó dos métodos para evaluar la grasa corporal: el CUN-BAE y el IMC. El CUN-BAE clasifica la grasa corporal en cuatro categorías, mientras que el IMC clasifica el peso en función de rangos establecidos. Los resultados mostraron que el IMC promedio fue de 26 en el grupo de comparación y de 27 en el grupo con cáncer. El 45 % del grupo de comparación tenía un IMC menor a 25, mientras que el 20 % presentaba obesidad, en comparación con más del 24 % en el grupo afectado. En términos de CUN-BAE, el 20.5 % del grupo de comparación y el 16 % de las mujeres con cáncer tenían valores inferiores al 35 %. Un CUN-BAE igual o superior al 45 % duplicaba el riesgo de cáncer en mujeres posmenopáusicas.

Se estimó que el 23 % de los casos de cáncer de mama se atribuían al exceso de grasa corporal según el IMC, cifra que aumentaba al 38 % al considerar el CUN-BAE, especialmente en casos con receptores hormonales positivos.

Aunque no se pueden establecer relaciones causales a partir de este estudio de casos y controles, los investigadores señalan que el CUN-BAE se calculó en una muestra de personas sedentarias y que el número de casos de cáncer de mama sin receptores hormonales positivos fue pequeño.

Verónica Dávila Batista, una de las investigadoras, enfatiza la necesidad de reconsiderar cómo se mide el exceso de grasa corporal, especialmente en mujeres posmenopáusicas. Ella argumenta que, aunque el IMC ha sido el indicador predominante en la clínica, podría ser el momento de actualizarlo. El CUN-BAE ofrece una medida más precisa de la grasa corporal utilizando información accesible como peso, altura, edad y sexo, lo que podría permitir identificar de manera más efectiva a las mujeres en riesgo de desarrollar cáncer de mama y aplicar estrategias de prevención más tempranas.

Dávila también advierte que confiar exclusivamente en el IMC puede estar obstaculizando la prevención del cáncer y otras enfermedades relacionadas con la obesidad, creando una falsa sensación de seguridad y normalizando el sobrepeso. La obesidad se considera un trastorno metabólico y un estado inflamatorio crónico, con implicaciones que van más allá del simple exceso de peso. La meta debe ser promover una salud metabólica óptima, en lugar de centrarse únicamente en el peso.

Los hallazgos del estudio sugieren que el uso del CUN-BAE podría ser beneficioso no solo para el cáncer de mama, sino también para otros tipos de cáncer sensibles a hormonas. Se están llevando a cabo investigaciones similares en otros tipos de cáncer, como el colorrectal, para determinar si el CUN-BAE también puede ser relevante en esos casos.

En declaraciones a Science Media Centre, Josep Maria Borràs, coordinador científico de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud, subrayó que el estudio está bien diseñado y proporciona información valiosa sobre la importancia de medir la grasa corporal y su distribución, más allá del simple exceso de peso.

En conclusión, el uso del CUN-BAE para identificar a mujeres con mayor riesgo de cáncer de mama debido al exceso de grasa corporal podría llevar a recomendaciones de prevención más específicas, teóricamente reduciendo la incidencia de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas.

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