"En esta profesión necesitas el don de servir".
Su objetivo era poder apoyar a la humanidad, pero desconocía cómo hacerlo. Con el paso de los años, descubrió que desempeñándose en el ámbito de la salud lograría tener esa cercanía que necesitaba con la gente para apoyarlos y lograr que tuvieran una mejor calidad de vida. Es por ello que decidió estudiar la licenciatura en nutrición y actualmente se encuentra estudiando una maestría en la que también se incluye la obesidad y la diabetes.
De manera personal, ¿qué es lo que piensas que necesita un nutriólogo para desempeñarse de buena manera?
“En cuanto a tu persona, debes tener el don de servicio principalmente, porque a menudo hay muchos profesionales de la salud que te atienden de mala gana. Entonces, tienes que tener esa actitud de querer ayudar a la gente y tratarlas como se merecen”.
Es una carrera que abarca la salud de la población. ¿Qué se necesita académicamente?
“Se necesita mucho intelecto, debes estar estudiando mucho y echarle muchas ganas, ya que trabajarás con seres humanos y no con máquinas. Se trata de vidas.
Por ejemplo, en mi área, abarcamos desde el embarazo hasta asegurarnos de que las mujeres tengan una buena alimentación durante esos 9 meses para que el niño tenga un buen desarrollo dentro del vientre de la madre. Luego viene la lactancia complementaria, alimentación infantil, adolescente, adulto, así que la nutrición está involucrada en todas las áreas de la vida, porque si no cuidas de ella, vienen las enfermedades. Todo eso es muy importante tenerlo en mente para seguirte preparando”.
Egresado desde hace años. ¿Cómo se desempeña actualmente?
“Trabajo en la Secretaría de Salud y estoy en un programa que se llama Salud del Adulto y del Anciano.
En este programa, atendemos a todos los usuarios mayores de 20 años, sin importar su derechohabiencia social, como el IMSS; aun así, los atendemos”.
Mencionó que desempeñan un programa. ¿En qué consiste?
“Principalmente, nos enfocamos en las enfermedades relacionadas con una mala alimentación, así como en las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, hipertensión, colesterol alto, triglicéridos elevados y problemas de sobrepeso y obesidad. Eso es lo que hacemos aquí en la Secretaría de Salud”.
Toda profesión implica retos. ¿Cuáles son algunos a los que se ha tenido que enfrentar?
“Lo que yo más veo es la apatía de la gente por no reconocer el problema del sobrepeso y la obesidad, y la resistencia a cambiar hábitos. Esto es precisamente con lo que nos enfrentamos muy a menudo. De hecho, vemos camas de hospitales ocupadas por personas con complicaciones precisamente debido a su falta de una alimentación saludable”.
De acuerdo a sus conocimientos, ¿es difícil tener una buena alimentación?
“En verdad, es complicado, especialmente cuando vivimos en un entorno donde la obesidad está presente en todas partes, en la calle, en casa y en la comunidad.
También, a veces, la falta de tiempo o rutinas de trabajo muy agitadas influye. Claro que es muy difícil, pero no imposible, porque si realmente les importa su salud, se esfuerzan y buscan la manera de mejorar. Convirtiendo ese ámbito en una rutina cotidiana, todo se vuelve más sencillo”.
Basado en la experiencia que tiene día a día. ¿Qué es lo que más disfruta de su profesión?
“Ver los resultados en las personas, ya que cuando siguen un tratamiento y hacen cambios positivos, me agradecen y reconocen que ha valido la pena su esfuerzo al cambiar hábitos y mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, cuando pueden atarse solos los cordones de los zapatos o salir a dar paseos sin cansarse. Todo eso me demuestra que estoy haciendo un buen trabajo del que no me arrepiento”.
