La diabetes es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Además de afectar el hígado, la diabetes también puede dañar los riñones.
La nefropatía diabética, también conocida como enfermedad renal diabética, es una complicación común en personas con diabetes tipo 1 y tipo 2 no controladas.
Esta condición puede afectar la capacidad de los riñones para filtrar los desechos y el exceso de líquido del cuerpo, lo que puede llevar a problemas graves de salud.
Los niveles altos de azúcar en la sangre son la principal causa de la nefropatía diabética. Por lo tanto, es importante reconocer las señales de advertencia de esta enfermedad y buscar tratamiento temprano para evitar complicaciones graves.
Algunos de los síntomas de la nefropatía diabética incluyen presión arterial descontrolada, demasiada proteína en la orina, hinchazón de pies, tobillos, manos u ojos, ganas constantes de orinar, confusión o dificultad para concentrarse, problemas respiratorios, falta de apetito, náuseas, vómitos, picazón constante y fatiga.
Es importante tener en cuenta que el 20-30% de los pacientes con nefropatía diabética no presentan síntomas, por lo que es fundamental realizar chequeos de sangre y orina con regularidad para detectar la enfermedad lo antes posible.
Además de los altos niveles de azúcar en la sangre, hay otros factores de riesgo para la nefropatía diabética.
Las personas que fuman, no siguen una dieta saludable, comen alimentos ricos en sodio, son obesas, tienen colesterol alto, no hacen ejercicio, tienen enfermedad cardíaca o antecedentes familiares de enfermedad renal, tienen un mayor riesgo de desarrollar esta complicación.
Para prevenir o retrasar la progresión de la nefropatía diabética, es importante seguir un tratamiento adecuado.
Esto incluye tomar la medicación recomendada por el médico y seguir un estilo de vida equilibrado.
Algunas recomendaciones incluyen controlar los niveles de presión arterial con regularidad, mantener un peso óptimo, hacer ejercicio todos los días, comer una dieta nutritiva y evitar alimentos salados, reducir el consumo de tabaco y alcohol, y realizar chequeos de salud regulares según lo recomendado por el médico. Además, es importante mantenerse libre de estrés a través de la meditación, el yoga y otras actividades que reduzcan el estrés.
