Respirar el humo de los coches ralentiza tu cerebro en solo dos horas
AGENCIAS / EL TIEMPOQue respirar el humo que sale de los tubos de escape no es precisamente sano era algo que ya sabíamos, pero la contaminación proveniente del tráfico no solo afecta a tus pulmones. Un nuevo estudio revela el impacto que tiene sobre el cerebro, y es brutalmente rápido.
Un equipo de investigadores de la Universidad de la Columbia Británica y la Universidad de Victoria han expuesto a 25 voluntarios al humo que proviene de los coches durante dos horas para tratar de determinar cuáles son los cambios por los que pasa su cerebro. Par ello se les practicó escáneres de resonancia magnética cerebrales antes y después de la prueba. Sus resultados acaban de publicarse en la revista Enviromental Health.
El test era completamente aleatorio y ciego en el sentido de que los participantes no eran capaces de diferenciar si estaban sometiéndose a aiure contaminado (300 microgramos de partículas de 2.5 micras o menos similar a la contaminación causada por los motores diesel), o si estaban respirando aire filtrado y purificado. Para garantizar una ventilación suficiente, los voluntarios permanecieron las dos horas haciendo ejercicio ligero sobre una bicicleta estática. Todos los participantes eran adultos sanos y no fumadores.
Los resultados son algo que no se había medido nunca antes, y prueban que la contaminación interfiere con nuestra capacidad cognitiva en muy poco tiempo. Concretamente, las emisiones reducen el númerop de conexiones neuronales en la red neuronal por defecto. La red neuronal por defecto o RND (Default Mode Network o DMN por sus siglas en inglés) es un conjunto de regiones del cerebro que colaboran entre sí y que se cree que son las responsables de gran parte de la actividad cuando el cerebro está en reposo. Esta red es también la que más se activa cuando pensamos de manera introspectiva o tratamos de recordar cosas.
El descubrimiento muestra por primera vez en un escáner lo que otros estudios previos ya apuntaban: que la contaminación reduce nuestra capacidad para memorizar o recordar. “Es muy preocupante comprobar como la contaminación proveniente del tráfico puede interrumpir nuestras redes cerebrales”, explica la neuropsicóloga Jodie Gawryluk, de la Universidad de Victoria y principal autora del estudio.
La buena noticia es que los cambios registrados en el escáner cerebral no son permanentes y revierten cuando la persona vuelve a respirar aire puro durante un tiempo. La cuestión subyacente es hasta qué punto la exposición prolongada y crónica a la contaminación atmosférica puede provocar daños mayores o irreversibles. Ese es precisamente el siguiente objetivo de los investigadores. “Hace falta más investigación para entender el impacto funcional de estos cambios”, añade Gawryluk. “Es posible que interfieran con la habilidad de la gente para pesar o para trabajar”.
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