¿Quién fue Hohberg, quien murió y resucitó para seguir jugando?

¿Quién fue Hohberg, quien murió y resucitó para seguir jugando?
AGENCIAS / EL TIEMPO

Juan Eduardo Hohberg es considerado una de las figuras más importantes del futbol de Uruguay y fue protagonista de una de las historias más sorprendentes en la historia de la Copa del Mundo y hoy 30 de junio se celebra un aniversario de aquella hazaña de 1954.

El libro La culpa la tiene el técnico: historias del loco mundo de los entrenadores del periodista Jorge Señorans se relata la increíble historia de Hohberg, quien llegó a ser conocido como El "Verdugo".

El originario de Rosario, Argentina no solamente presumía de grandes logros deportivos sino también de haber vencido a la muerte en dos ocasiones. A continuación, te invitamos a disfrutar del capítulo que le dedicó Señorans a Juan Eduardo Hohberg,

LA HISTORIA DEL CÓRDOBES HOHBERG

Pánico y locura. Los motores del DC-6 Constellation fallan. El avión se desplomaba. Gritos, llantos y desesperación a cinco mil metros de altura. La gente rezaba. Los que tenían niños los abrazaban. La peor de las despedidas. Tan cruda como real.

Abajo, kilómetros y kilómetros de agua. Hasta que allá, en el horizonte, el capitán Mereles divisó tierra. Isla Grande. Por las características del territorio era imposible tirar el avión ahí. La única solución era el agua. No dudó.

El Constellation pegó tres veces. En la primera se desprendió un asiento con un pasajero. La aeronave se deslizó de costado por la arena hasta que detuvo su marcha. Silencio. Miedo. Fue apenas un instante hasta que los alaridos de dolor de los heridos gobernaron la escena. El hombre atinó a abrazar a su hijo Pablo. Estaban con vida. Un milagro. Cuando evacuaron lo que quedaba del avión, el fuselaje se prendió fuego mientras los sobrevivientes corrían por la arena.

Juan Eduardo Hohberg, el “Verdugo”, es dueño de una particular historia. Nació en Rosario, Argentina, el 8 de octubre de 1927. Se lo recuerda como un futbolista extraordinario que en 1949 fue contratado por Peñarol. Con la camiseta aurinegra ganó todo. Se nacionalizó y se puso la celeste. En el Mundial de 1954 fue protagonista de un hecho insólito: en pleno partido sufrió un infarto.

El Verdugo anotó los dos goles de la selección uruguaya en la semifinal contra Hungría, un partido que perdura al paso del tiempo como uno de los más recordados de la historia del fútbol mundial. El segundo tanto fue en la hora. La celeste perdía 1-2 y apareció Hohberg para forzar el alargue. Luego del gol, el Verdugo se desmayó. Por un instante se fue. Se le paralizó el corazón. Los masajistas Juan Kirchberg y Carlos Abate consiguieron que resucitara.

Regresar de la muerte

La figura de Hohberg trascendió fronteras. La Roma y la Juventus surgieron como sociedades interesadas en contratar al futbolista. Pero Peñarol lo declaró intransferible.

Corría el año 1958 cuando el técnico uruguayo, Enrique Fernández, lo mandó buscar por los dirigentes de Sporting de Lisboa. Lo convencieron. Hohberg viajó, entrenó, jugó y gustó. Pero el fichaje no se concretó porque Sporting tenía el cupo de extranjeros cubierto, por lo que el Verdugo emprendió el regreso sin imaginar lo que le tenía deparado el destino.

“Junto a mi señora y a nuestro hijo Juan Pablo regresábamos de Portugal a bordo de un DC-6 Constellation. Partimos de la capital portuguesa con 9 horas de retraso por desperfectos. La primera escala era Dakar, donde solamente –por una epidemia- los aviones cargaban combustible y seguían de inmediato. Estuvimos tres horas. El aparato no funcionaba bien”, comenzó narrando Hohberg, sobre aquel viaje, en Estrellas Deportivas de El Diario el 11 de octubre de 1977.

Posteriormente la aeronave levantó vuelo. Pero evidentemente algo estaba mal, como lo contó el propio Hohberg.

“Salimos hacia Recife, Brasil. Tuvimos que aterrizar en Natal porque se reiteraron los inconvenientes mecánicos. Nosotros, los pasajeros, nunca nos dimos cuenta de la gravedad de la situación. Más tarde seguimos hacia Río de Janeiro, donde tras permanecer un prolongado lapso por los mismos problemas, emprendimos vuelo hacia Buenos Aires. A la hora, se nos comunicó que regresábamos a la capital del Brasil. Pernoctamos en Río y al día siguiente, a las 11 de la mañana, levantamos vuelo hacia la capital argentina”.

Fue un 10 de junio de 1958 cuando, a los 25 minutos de vuelo, se paró uno de los motores del avión. Pero la situación se tornó dramática cuando, 10 minutos más tarde, ocurrió un desperfecto en otro de los motores. Allí apareció la voz del comandante de la nave en pleno vuelo: “Señores pasajeros tenemos un incendio en un bimotor, controlamos el fuego, retornamos a Río”.

Pero cuando el avión giró para corregir su vuelo las cosas empeoraron. Hohberg narró que “se paró un tercer motor y, encima, se prendió fuego. Estábamos a cinco mil metros de altura y caíamos rápidamente. Fue entonces que el capitán Mereles, divisó Isla Grande, que tiene entre 400 y 500 metros de largo, pero en forma de media luna. No podía largarse ahí”.

Isla Grande es una isla que durante el siglo XIX fue destinada como lugar de aislamiento para las personas enfermas de lepra. Posteriormente se transformó en un Penal al que eran enviados los criminales más peligrosos de Brasil. A Isla Grande también fueron enviados presos políticos durante el régimen militar de 1964.

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