Qué simple hábito podemos adoptar para prevenir el Alzheimer

Qué simple hábito podemos adoptar para prevenir el Alzheimer
AGENCIAS / EL TIEMPO

Siempre se supo que hacer ejercicio físico en forma regular ayuda a prevenir y mitigar enfermedades físicas como las cardíacas y que disminuye el riesgo de contraer diabetes, combate la el sobrepeso y la obesidad, a la vez que fortalece los huesos y los músculos y baja el estrés. 

Solo en los últimos años, cada vez más estudios concluyen en que la actividad física y otros cambios positivos en el estilo de vida producen mejoras también en la salud mental.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Neuroscience por investigadores brasileños de la Universidad Federal de San Pablo (UNIFESP) y la Universidad de San Pablo (USP), ha revelado que el ejercicio de resistencia regular puede prevenir o retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.

Concretamente, la nueva investigación se basó en experimentos realizados con ratones, que mostraron que solo cuatro semanas de entrenamiento con pesas eran suficientes para revertir las alteraciones físicas y de comportamiento características de la enfermedad. “El ejercicio físico regular, como el entrenamiento de resistencia, puede prevenir la enfermedad de Alzheimer, o al menos retrasar la aparición de los síntomas, y sirve como una terapia sencilla y asequible para los pacientes que padecen esta enfermedad”, aseguraron los científicos.

Aunque es poco probable que las personas mayores y los pacientes con demencia puedan hacer carreras diarias largas o realizar otros ejercicios aeróbicos de alta intensidad, estas actividades son el foco de la mayoría de los estudios científicos sobre la enfermedad de Alzheimer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el ejercicio de resistencia como la mejor opción para entrenar el equilibrio, mejorar la postura y prevenir caídas.

Y definieron que el ejercicio de resistencia implica la contracción de músculos específicos contra una resistencia externa y se considera una estrategia esencial para aumentar la masa muscular, la fuerza y la densidad ósea, y para mejorar la composición corporal general, la capacidad funcional y el equilibrio. También ayuda a prevenir o mitigar la sarcopenia (atrofia muscular), facilitando la realización de las tareas cotidianas.

Para observar los efectos neuroprotectores de esta práctica, investigadores de los Departamentos de Fisiología y Psicobiología de la UNIFESP y del Departamento de Bioquímica del Instituto de Química de la USP (IQ-USP), realizaron experimentos con ratones transgénicos con una mutación responsable de la acumulación de placas beta-amiloide en el cerebro. La proteína se acumula en el sistema nervioso central, altera las conexiones sinápticas y daña las neuronas.

El estudio por dentro

Durante el estudio, los ratones fueron entrenados para subir una escalera de 1,1 metro y con una inclinación de 80 grados y 2 cm entre peldaños. A sus colas se les sujetaron cargas correspondientes al 75%, 90% y 100% de su peso corporal. El experimento buscó imitar o simular ciertos tipos de entrenamiento de resistencia realizados por humanos en gimnasios.

Evaluados durante 1 mes, al final del mismo se tomaron muestras de sangre para medir los niveles plasmáticos de corticosterona, la hormona en ratones equivalente al cortisol en humanos que ayuda a medir el aumento de los niveles en respuesta al estrés, que a su vez aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Los niveles de la hormona fueron normales (iguales a los encontrados en el grupo de control que comprendía animales sin la mutación) en los ratones entrenados en ejercicio, y el análisis de su tejido cerebral mostró una disminución en la formación de placas de beta-amiloide. “Esto confirma que la actividad física puede revertir las alteraciones neuropatológicas que causan los síntomas clínicos de la enfermedad”, dijo Henrique Correia Campos, primer autor del artículo.

“También observamos el comportamiento de los animales para evaluar su ansiedad en la prueba de campo abierto y descubrimos que el ejercicio de fuerza redujo la hiperlocomoción a niveles similares a los de los controles entre ratones con el fenotipo asociado al Alzheimer”, precisó la doctora Deidiane Elisa Ribeiro, coautora del artículo e investigadora del Laboratorio de Neurociencias del IQ-USP, que comentó que la agitación, la inquietud y la deambulación son síntomas tempranos frecuentes de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia.

El ejercicio de fuerza está demostrando cada vez más una estrategia eficaz para evitar la aparición de los síntomas del Alzheimer esporádico, que es multifactorial y puede estar asociado con el envejecimiento, o para retrasar su aparición en el Alzheimer familiar”, agregó la experta.

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