Esta abuelita argentina es un gran ejemplo de que los sueños no tienen fecha de caducidad.
Beatriz Leroy de Rosario, Argentina siempre ha tenido la facilidad de escribir, y desde los 15 años plasma sus cuentos y poemas en cualquier papel que tenga a la mano.
Durante la pandemia perdió su trabajo, así que decidió compartir sus obras con el mundo a pesar de no tener título como escritora. La mujer fotocopió sus trabajos con la ayuda de un amigo y los recopiló en una antología a la que llamó "Los cuentos de la Abuela Betty" de la editorial Subez.
El canal local Rosario3 encontró a Beatriz vendiendo sus libros infantiles a los conductores mientras el semáforo estaba en rojo, ya que no podía seguir trabajando como cuidadora de enfermos, por solo 150 pesos argentinos, es decir, menos de un dólar. Pero gracias a que su historia se hizo conocida a través de un artículo en el medio argentino, el movimiento cultural Revuelta Literaria recaudó fondos y logró convertir el libro en una realidad.
“Me está pasando algo maravilloso, voy a hacer mi primera publicación, ‘Los Cuentos de la abuela Betty’. Para mí es algo emocionante, haber podido llegar a hacer la presentación de una parte de mis libros, porque hay varios tomos más que tengo escritos, muchos los perdí en 3 robos que sufrí”, dijo Beatriz a Rosario3.
La señora Beatriz solamente estudió hasta sexto de primaria, laboró durante un largo período de tiempo en la industria textil de manera irregular, y posteriormente se dedicó al cuidado de enfermos, pero esta escritora autodidacta jamás abandonó su pasión
“Siempre me gustó escribir y escribía en cualquier papel que encontraba, lo que sentía en el momento. Cuando salía de trabajar a la mañana, no me quería ir a dormir porque quería ver la vida y fue así que escribí mi poesía y algunos cuentos. Primero, lo que más usaba para escribir eran las hojas de la Lotería. Entonces, yo le decía a la gente que no mire del otro lado porque se veían todos los números”
La señora Beatriz comenta agradecida que gracias a las oportunidades se ha propuesto a estudiar Oratoria, ya que nunca es tarde para lograr lo que uno se propone. De un día a otro pasó de regalar cuentos a los niños que veía en la calle a poder compartir sus obras literarias a un público mucho más grande.
