Probióticos y trastornos funcionales digestivos: abordaje desde la Atención Primaria

Probióticos y trastornos funcionales digestivos: abordaje desde la Atención Primaria
AGENCIAS / EL TIEMPO

En las últimas décadas se ha demostrado que los probióticos tienen múltiples funciones prometedoras en la promoción de la salud y se utilizan en la actualidad en una gran variedad de patologías, principalmente en trastornos gastrointestinales, incluso como adyuvantes para mantener una correcta homeostasis. 

Cada vez más, el uso de probióticos se incorpora en la práctica clínica habitual de los médicos de Atención Primaria, lo que trae consigo una necesidad de revisión de su manejo. 

Durante el 45º Congreso Nacional de SEMERGEN, las doctoras María Gea Brugada, cirujana general y del aparato digestivo y médico del trabajo, y Ana Isabel Bas Angulo, médico de familia y miembro del grupo de trabajo de Digestivo de SEMERGEN, abordaron un repaso en torno a este tema aplicado a los trastornos funcionales digestivos. 

La microbiota intestinal desempeña un papel importante en la homeostasis metabólica del individuo. La eubiosis se caracteriza por un estado de equilibrio de los microorganismos (cuantitativa y cualitativamente) y su relación con el huésped. Lo contrario, el desequilibrio entre esos factores, se define como disbiosis. En esta última se produce una pérdida de especies beneficiosas y un aumento de las minoritarias, como son los patógenos oportunistas, generándose un disbalance entre especies pro y antiinflamatorias, que puede provocar inflamación intestinal, afectando por tanto, a la función de barrera de la mucosa al romper los puentes de proteínas que unen los enterocitos. 

La Dra. Gea Brugada resalta que la inflamación, de forma persistente, provoca un aumento de la permeabilidad intestinal que favorece el paso de sustancias nocivas, patógenos y toxinas al torrente sanguíneo, provocando trastornos inespecíficos como cefalea, cansancio, diarrea, hinchazón abdominal, intolerancia alimentaria, dificultad para bajar de peso y dolor articular, pero también enfermedades cutáneas como acné, dermatitis seborreica e incluso patología periodontal, “que mejorarían e incluso desaparecerían con la toma de probióticos”, afirma la experta. 

Los factores de riesgo de esta disfunción son una inadecuada nutrición o la no realización de actividad física, la ingesta de fármacos, el sueño, y otros no modificables entre los que destacan la edad, raza, sexo y el parto. “Tenemos la posibilidad de compensación, la genética nos marca nuestro destino un 40 %, el resto es epigenética, estos factores modificables”, comenta la médica. 

Trastornos conocidos, como el síndrome del intestino irritable (con predominio de diarrea o con predominio estreñimiento) y el estreñimiento funcional, tienen una estrecha relación con el estado de nuestra microbiota, como así lo demuestran cada vez más estudios y los resultados tras su tratamiento con probióticos. En este tipo de patologías se destaca que la causa que los provoca no se explica por alteraciones morfológicas ni metabólicas y que presentan mecanismos patogénicos comunes, además de respuestas beneficiosas a los mismos fármacos.

En cuanto a las indicaciones de los probióticos para promover una buena salud intestinal, la ponente comenta su utilidad en disfunciones digestivas que cursen con estreñimiento, en diarreas agudas o crónicas, en enfermedad inflamatoria intestinal, poscolonoscopia, y también en embarazadas y en niños nacidos por cesárea y/o sin lactancia materna, como inmunomoduladores, en estrés crónico o en personas con malos hábitos alimenticios.

Los probióticos deben seguir unos criterios de seguridad: deben ser de procedencia humana, ser seguros (sustancias GRAS: Generally Recognized As Safe), etiquetados con género, especie y nombre de la cepa, y tener funcionalidad, es decir, capacidad de adherencia a las células epiteliales, de reducción de la adhesión de la flora competitiva y actividad antimicrobiana. La Dra. Gea Brugada recalca, además, los beneficios de la microencapsulación de los probióticos para mejorar la supervivencia de la cepa durante el tránsito gastroduodenal y de esta manera permitir el uso de una cantidad hasta cinco veces menor de concentración probiótica. 

Especies probióticas indicadas en estreñimiento

Bifidobacterium animalis, subespecie Lactis BS01 es una de las bacterias predominantes que coloniza transitoriamente el intestino. Entre sus efectos se encuentran el aumento del número de deposiciones, la reducción de la hinchazón abdominal y la sensación de vaciado completo. Además, cuenta con actividad inhibitoria de dos cepas de Escherichia coli (responsables en ocasiones de estreñimiento) y puede aumentar la inmunidad innata a través de las células natural-killer y la adaptativa por medio de los linfocitos T.

Lactobacillus Casei LC03 es una de las familias más predominantes en el intestino delgado. Tiene una actividad antipatogénica e inmunomoduladora aumentando las citoquinas proinflamatorias, lo que hace que se normalice la inflamación del intestino, clave para mejorar el estreñimiento.

Probióticos y prebióticos equilibran la microbiota del organismo y regulan el tránsito intestinal, por tanto, constituyen una herramienta eficaz para mejorar los síntomas no solo del estreñimiento, disbiosis y permeabilidad intestinal “El objetivo es tratar de adelantarnos a la enfermedad, manteniendo sano el aparato digestivo”, concluye la especialista. 

Abordaje del estreñimiento desde Atención Primaria. Uso de probióticos

Los trastornos funcionales digestivos son patologías altamente prevalentes en la sociedad actual, por lo que tienen una elevada representación en las consultas de Atención Primaria. La Dra. Bas Angulo incide en la necesidad de un correcto diagnóstico a través de una cuidadosa historia clínica (tomando especial relevancia los antecedentes y la toma de fármacos) y una buena exploración física. No se recomienda realizar rutinariamente estudios de laboratorio (salvo hemograma y bioquímica básica) ni pruebas de imagen, salvo criterios de riesgo o sospecha clínica de patología orgánica o metabólica. 

Las medidas no farmacológicas son la base del tratamiento (recomendaciones sobre alimentación, hidratación y ejercicio físico), que se pueden complementar con las de sobra conocidas terapias farmacológicas (laxantes secretores, osmóticos y procinéticos, anticolinérgicos y espasmolíticos). En este punto, la doctora resalta además los probióticos como otra opción de manejo, aportando información de diversas cepas con utilidad en el síndrome del intestino irritable, diarrea aguda y la asociada a antibióticos, pero también el enfermedad diverticular sintomática no complicada (con evidencia 2-3 de mejoría con ciertos lactobacillus). 

En la enfermedad inflamatoria intestinal, existen pruebas de la utilidad de una mezcla de probióticos para prevenir un ataque inicial de pouchitis y para prevenir nuevas recaídas tras la inducción de la remisión con antibióticos. En colitis ulcerosa, estudios individuales muestran que ciertos probióticos pueden ser seguros y tan eficaces como la terapia convencional en las tasas de respuesta y remisión en enfermedad de leve a moderadamente activa, aunque no hay evidencia de que sean eficaces en la enfermedad más grave. En la enfermedad de Crohn no se ha demostrado beneficio. 

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