Por qué hablar con extraños puede hacernos más felices

Por qué hablar con extraños puede hacernos más felices
AGENCIAS / EL TIEMPO

"No hables con desconocidos" estaba de moda en esos días. La preocupación de los padres y la cautela natural de la humanidad hacia los extraños se vieron potenciadas por la cobertura sensacionalista de los medios y la caída en picada de los niveles de confianza social, que florecieron en un pánico moral total.

Policías, maestros, padres, líderes religiosos, políticos, personalidades de los medios y organizaciones de bienestar infantil dejaron de lado sus diferencias y trabajaron juntos para difundir el mensaje de que interactuar con un extraño podría ponerlos en riesgo.

Si bien no hay duda de que algunas personas tienen experiencias traumáticas con desconocidos, el "peligro de los extraños" carecía de una base estadística real. Entonces, como ahora, la mayoría de los delitos sexuales y violentos contra niños (y adultos) son cometidos por personas conocidas de la víctima: familiares, vecinos y amigos de la familia.

Los secuestros por personas ajenas a la familia representan solo el 1% de los casos de niños desaparecidos reportados al Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados en EE.UU.

Pero se sentía real y por lo tanto era real.

¿Podría esta forma de pensar haber afectado nuestras interacciones en la vida posterior para muchos de nosotros? ¿Nos hemos perdido algo valioso?

Algunos expertos creen que enseñar a los niños que todas las personas del mundo que no conocen son peligrosas puede haber sido perjudicial.

La politóloga Dietlind Stolle, de la Universidad McGill en Canadá, argumentó que décadas de este mensaje pueden haber dañado la capacidad de toda una generación para confiar en otras personas. Esto es problemático: la confianza es clave para el funcionamiento de muchas sociedades.

"¿Cuántas oportunidades sociales o económicas perdemos simplemente por tener miedo a los extraños?", se preguntó Stolle. Si bien no estoy abogando por que los extraños se acerquen a los niños, o viceversa, sí creo que, como adultos, deberíamos pensar nuevamente en los beneficios de hablar de manera segura con extraños.

Investigué por varios años por qué no hablamos con extraños y qué sucede cuando lo hacemos para mi libro The Power of Strangers: The Benefits of Connecting in a Suspicious World ("El poder de los extraños: los beneficios de conectarse en un mundo sospechoso").

Este esfuerzo me puso en compañía de antropólogos, psicólogos, sociólogos, politólogos, arqueólogos, diseñadores urbanos, activistas, filósofos y teólogos, además de cientos de extraños al azar con los que hablé donde quiera que fuera.

Lo que aprendí fue esto: nos perdemos mucho al tener miedo a los extraños. Hablar con desconocidos, en las condiciones adecuadas, es bueno para nosotros, bueno para nuestros vecindarios, nuestros pueblos y ciudades, nuestras naciones y nuestro mundo.

Hablar con extraños puede enseñarte cosas, convertirte en un mejor ciudadano, un mejor pensador y una mejor persona. Pero es más que eso. En un mundo que cambia rápidamente, infinitamente complejo y furiosamente polarizado, es una forma de sobrevivir.

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