¿Por qué cada vez somos más alérgicos?

¿Por qué cada vez somos más alérgicos?
AGENCIAS / EL TIEMPO

La alergia es la reacción exagerada del sistema inmunológico a una sustancia que en teoría no es perjudicial para nosotros. Desde hace algunos años vivimos con la sensación de que cada vez tenemos más personas alérgicas alrededor. También a los alimentos. Si tiene hijos pequeños, le preguntarán por ello cuando le inviten a un cumpleaños. Una cuestión que hace 30 años nadie se planteaba a la hora de montar un evento.

¿Han aumentado los casos?

No se sabe qué es lo que hace que se despierte una alergia, aunque hay varias teorías. Lo que sí se conoce es que hay un componente hereditario. «No sabemos muy bien el porqué de esa respuesta exagerada, solo que hay una carga genética y esa predisposición hará que nos volvamos alérgicos», explica a ABC Salud la doctora Paula Ribó, alergóloga en el Hospital Clinic de Barcelona y divulgadora científica en redes sociales, que acaba de publicar el libro 'Alergia, la nueva epidemia'. La experta especifica que heredamos esa predisposición, pero no la alergia a algo en concreto. «Si nuestro padre es alérgico a la penicilina y nuestra madre al polen, tendremos más riesgo de serlo, pero no tiene por qué ser a una de esas dos cosas».

Los expertos consultados por este suplemento consideran que sí que han aumentado los casos. «El 30% de la población es alérgica a algo y se prevé que en 2050 el 50% lo será en diferentes grados», señala la doctora Ribó. La doctora Cristina Ortega Casanueva, miembro de la Seicap (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica), confirma esta misma tendencia en los niños: «Cada vez hay más casos. No solo a nivel respiratorio, también a alimentos. El 25% de la población infantil tiene alguna enfermedad alérgica y aumenta un 2% cada año». El porqué es un cúmulo de circunstancias. «Todo se debe al ambiente donde vivimos y cómo vivimos», añade la portavoz de Seicap.

En palabras del doctor Pedro Ojeda, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), no hay un único motivo, pero sí varias hipótesis como que «la contaminación ambiental favorece que el sistema inmunitario sea más reactivo y los pólenes más alergénicos». «En niños, el modo de vida de los países industrializados dificulta que el sistema inmune haga respuestas de tolerancia porque tienen una microbiota menos diversa debido, entre otras cosas, a los partos por cesárea, uso de antibióticos, menos lactancia materna, esterilización de muchas cosas, también el tipo de dieta con productos más procesados», enumera. Además, prosigue, la contaminación hace que tengamos la piel más seca «lo que favorece la dermatitis atópica y la entrada de alérgenos a través de la piel».

Síntomas más típicos

Las manifestaciones de las alergias son muy diversas. En el caso de las respiratorias es común el picor y enrojecimiento de ojos y nariz, los estornudos, el moqueo, la tos y los pitidos en el pecho. La sintomatología, parecida a la del resfriado común, puede confundir a los pacientes que aún no hayan sido diagnosticados. «Se pueden diferenciar de un catarro porque la alergia dura más de una semana y nunca da malestar general y fiebre», aclara la doctora Cristina Ortega. En las dermatitis atópicas y de contacto lo típico es que aparezcan eccemas en la piel en forma de brote.

En el caso de la alergia a los alimentos, lo más leve son los picores de boca y garganta, pero puede aparecer vómito, urticaria, ronchas por el cuerpo, crisis de asma e incluso anafilaxia. «Suelen ser reacciones muy rápidas en relación con el consumo del alimento», avisa el doctor Ojeda.

«Si existe sospecha de alergia habría que ir al alergólogo y hacer las pruebas del brazo, si no estamos tomando antihistamínicos. Uno no puede estar resfriado siempre o tener un asma bronquial mal controlado y utilizar salbutamol a demanda. Hay que ver si es alergia o descartarlo», opina la doctora Paula Ribó.

Las más comunes y las que más crecen

En la etapa pediátrica, la doctora Cristina Ortega señala que, a nivel alimentario, las alergias más comunes son la leche, el huevo, pescado, frutos secos y frutas; mientras que a nivel respiratorio los alérgenos predominantes son el polen del olivo, gramíneas, arizónicas, ácaros y hongos.

El doctor Pedro Ojeda confirma que el grupo de enfermedades alérgicas que más se ha incrementado en los últimos 15-20 años es el de los alimentos, «probablemente porque los que estamos consumiendo ahora, más procesados, por algún motivo hacen que nuestro sistema inmune se vuelva más reactivo o la microbiota se vea afectada».

Para la doctora Paula Ribó, la sensación, en general, es que todas se han ido incrementado. El tipo de alergia respiratoria también depende de donde vivas: «En Barcelona, por la humedad, son más comunes los ácaros; mientras que en Madrid hay más alergia a los pólenes del ciprés, gramíneas y olivo», explica la autora de 'Alergia. La nueva pandemia'. Respecto a los medicamentos, los que más reacciones desencadenan son los antibióticos betalactámicos (amoxicilina es la que provoca más alergia con más frecuencia) y los antiinflamatorios no esteroideos (por ejemplo ibuprofeno, aspirina, naproxeno).

¿Están relacionadas?

Hay muchos niños que tienen alergia a los pólenes y, a partir de ahí, se sensibilizan y desarrollan alergias a frutas, frutos secos y otros alimentos. Es lo que se conoce como la marcha alérgica. «También está relacionado con la dermatitis atópica (DA). Lactantes con DA debutan con alergia a alimentos (generalmente leche y/o huevo) y, con los años, evolucionan pudiendo presentar rinoconjuntivitis y/o asma alérgica. En función de su evolución, valoramos el tratamiento con inmunoterapia», explica la doctora Ortega.

La razón de este fenómeno es que la alergia es «una enfermedad sistémica», apunta el doctor Ojeda, que añade: «Muchas de ellas van de la mano. Los individuos con alto riesgo alérgico empiezan con unos síntomas y con el tiempo se van sumando otros».

La evolución también está marcada, apunta la pediatra y alergóloga, por el ambiente: «No es lo mismo vivir en el campo rodeado de vegetación que en la ciudad, donde ese polen, por la contaminación, es más agresivo». Y hay diferencia en la incidencia de distintas alergias según la región: «En Canarias predomina la alergia a los ácaros. En el Norte y zonas de España con un clima cálido y húmedo los hongos están muy presentes todo el año. En zonas templadas, hay mayor concentración a finales de verano. En la meseta, hay una alergia más estacional, predominando olivo y gramíneas», afirma la doctora Ortega.

¿Se pueden prevenir?

Es imposible meterse en una burbuja, pero el doctor Pedro Ojeda considera que, si se implantasen algunas medidas, se podría revertir la tendencia al alza en la prevalencia de alergias. Entre ellas, hacer un uso juicioso de las antibióticos, fomentar más la lactancia materna, intentar que siempre que sea posible los partos sean por vía vaginal para que el bebé se colonice de microbiota materna, hacer una dieta mediterránea con productos frescos y que los niños jueguen más al aire libre. «No se exponen prácticamente a microorganismos del suelo. Toda esa exposición a endotoxinas hace que la respuesta de tu sistema inmunitario sea más de protección. Hay estudios epidemiológicos muy importantes, de hace 10-15 años, que evaluaron la tasa de alergias en niños que tenían contacto con animales de granja, en otros que vivían en pueblos pero sin contacto con animales, y en los que residían en ciudades. Los menos alérgicos eran los niños que tenían contacto con animales de granja. Desde bebés están en contacto con microorganismos de la granja, por lo que su sistema inmunitario está más predispuesto a una respuesta de tolerancia inmunológica, que inhibe la vía de la respuesta alérgica», explica el doctor Ojeda, quien añade una recomendación: «Que los niños se ensucien más, que estén en contacto con la naturaleza, ayuda a su sistema inmunitario a adquirir una microbiota más diversa».

¿Pueden aparecer de adulto?

Las alergias pueden debutar a cualquier edad, «de 0 a 100 años», afirma la doctora Ribó. Hay cosas más típicas de unas edades que de otras. Mientras que el huevo y la leche son más comunes en la primera infancia, las frutas, mariscos y pescados aparecen más en la adolescencia y en adultos. Con las respiratorias pasa lo mismo. Pueden debutar ya de adulto porque cuanta mayor es la exposición al alérgeno, mayor es el riesgo. «Quizás no tengas una predisposición genética alta, pero a base de ir exponiéndote, por ejemplo al polen, unido a la contaminación ambiental, puede hacer que el sistema inmune acabe sensibilizándose», aclara el doctor Ojeda.

Cuidado con los insectos

La picadura de algunos insectos pueden también provocarnos una reacción alérgica, en algunos casos mortal. Es el caso de las abejas y avispas. Si te pican, hay que diferenciar entre reacción local, extensa o a distancia. «Si hay reacción a distancia, es decir, me pica el insecto en la mano, pero tengo urticaria por todo el cuerpo y se me hincha un ojo, hay que estudiarlo», advierte la doctora Paula Ribó. La picadura mortal se da en pacientes que reaccionan con una anafilaxia (reacción alérgica extremadamente grave que afecta a todo el organismo y se instaura a los pocos minutos de haber estado expuesto al alérgeno). Para el que se acuerde, fue lo que le pasó al personaje de Macaulay Culkin en la mítica película «Mi chica», tras recibir varias picaduras de avispas.

La buena noticia es que la anafilaxia no aparece de repente. «La primera vez, no te da. Suele ocurrir cuando ya ha habido picaduras previas con síntomas que nos avisan de que deberíamos estudiarlo. Cualquier mecanismo alérgico necesita una primera exposición como mínimo», apunta la doctora Ribó. Para los casos en los que se diagnostica esta alergia, existe una vacuna efectiva para el veneno de himenópteros que evita un desenlace fatal.

No solo en primavera

Más calor, sequía, un regado cuidadoso y más árboles en las ciudades. Todos estos elementos podrían explicar por qué cada vez la alergia respiratoria es menos estacional. «Hay arizónicas por todas partes: en colegios, urbanizaciones… El calor, el estar bien regadas hace las polinizaciones se solapen, no es tan estanco. Por otra parte, en las ciudades cada vez hay más árboles y más zonas verdes, lo cual es muy bueno, pero a los alérgicos también les influye mucho», explica la la doctora Cristina Ortega, portavoz de la SEICAP.

En la misma línea, el doctor Pedro Ojeda, de la SEAIC, señala que ahora hay mayor oferta de pólenes lo que, junto a la contaminación, favorece que los individuos desarrollen alergia. «Hace 30 años apenas había arizónicas. Con el plátano de sombra ocurrió un fenómeno parecido. Se plantaron mucho en la década de los 50-60 del siglo pasado y, dos años después, hubo un boom de alergia a su polen», ejemplifica. Además al tener distintas épocas de polinización, hay alérgenos ambientales más meses del año y «el que ya es alérgico a un polen se va sensibilizando a otros nuevos», advierte el doctor Pedro Ojeda.

¿Se pueden curar?

El tratamiento, explica el doctor Ojeda, se basa en tres pilares: «la evitación del alérgeno si es posible, el uso de fármacos, como el antihistamínico, para controlar los síntomas; y las vacunas de la alergia, cuyo objetivo es reeducar la respuesta del sistema inmunitario». «No te va a curar la alergia, son pocos los pacientes que llegan a remisión por completo, pero está mejor controlada, se utiliza menos medicación y mejora la calidad de vida», afirma el portavoz de la SEAIC.

 
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