Olas de calor: impacto en la salud y el corazón
AGENCIAS / EL TIEMPOLos expertos han advertido durante mucho tiempo que las olas de calor golpearán con mayor frecuencia y temperaturas más altas a medida que el mundo se calienta, pero el futuro ha llegado más rápido de lo que los investigadores temían y estimaban, particularmente en Europa occidental, que es un punto crítico para las olas de calor.
Ha habido un aumento particularmente significativo de las temperaturas extremas en Europa desde la ola de calor mortal del verano de 2003, que causó un exceso de muertes estimado en 70.000, pero la tendencia al alza continúa sin cesar.[2] De hecho, en junio de 2023, los indicadores climáticos clave, incluidas las temperaturas globales del aire y de la superficie del mar, batieron todos los récords anteriores.[3] A medida que las temperaturas globales continúan aumentando, los científicos del clima reiteran la importancia de reducir las emisiones de carbono y aumentar la capacidad de las personas para adaptarse a las temperaturas extremas, que se cree que son un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociadas.[5]
Calor extremo y mecanismos de respuesta en personas sanas
El estrés por calor puede provocar efectos graves en la salud debido a la exacerbación aguda de enfermedades ya existentes. La exposición al calor ejerce una presión adicional sobre el corazón y puede provocar un golpe de calor si el sistema cardiovascular no regula adecuadamente la temperatura corporal central. Los estudios de cambios fisiológicos en personas expuestas a temperaturas ambiente crecientes (a partir de una línea de base de 28 °C durante 1 hora) han mostrado un aumento de 35% en el metabolismo en reposo de sujetos sanos durante el periodo de exposición a 40 °C, con un aumento adicional de 15% en un ambiente a 50 °C.[6]
El estrés por calor en ambientes con una humedad relativa del 50% aumenta la frecuencia cardiaca (64%; p = 0,000), la ventilación por minuto (78%; p = 0,000) y la tasa de sudoración desde el inicio (74%; p = 0,0001). La carga de trabajo del miocardio (definida como el producto de la presión arterial por la frecuencia) fue aproximadamente 12% mayor que la basal a 40 ºC y aproximadamente 26% mayor a 50 ºC, independientemente de la humedad ambiental.[6] La base fisiológica de este aumento es atribuible a la vasodilatación periférica mediada por el calor y la reducción de la presión arterial, con la consiguiente activación de los barorreceptores y la estimulación simpática de la frecuencia cardiaca. En condiciones normotérmicas de reposo, el sistema vascular cutáneo recibe de 5% a 10% del gasto cardiaco, mientras que en respuesta al estrés térmico aumenta hasta 6 a 8 l/min lo que representa de 50% a 70% del gasto cardiaco.
Así, cuando la temperatura ambiente aumenta, el cuerpo humano activa dos mecanismos principales para regular la temperatura central: la sudoración y el aumento del flujo sanguíneo a la piel. El aumento de la demanda metabólica requiere del incremento en la frecuencia cardiaca, lo que obliga al corazón a trabajar más, pero esencialmente extrae sangre de él, y esto representa una tensión cardiaca que los expertos creen que es mayormente inofensiva para los adultos jóvenes sanos, pero potencialmente letal para las personas mayores o las personas con problemas cardiacos preexistentes.
Aumento de la temperatura y riesgo cardiovascular
Varios estudios epidemiológicos han mostrado hallazgos consistentes sobre los efectos de la exposición al calor en la mortalidad cardiovascular, mientras que los hallazgos sobre las asociaciones entre la exposición al calor y la morbilidad cardiovascular revelaron una gran variabilidad entre los estudios y las ubicaciones geográficas.
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