Los peligros para la salud de la radiación de las armas nucleares: ¿Qué sabemos?
AGENCIAS / EL TIEMPOEl 1 de agosto, más de 100 revistas médicas publicaron simultáneamente un editorial, coescrito por 16 editores de revistas, en el que se instaba a los profesionales de la salud a alertar al público y a los líderes mundiales de los grandes peligros para la salud y el medio ambiente que provocaría una guerra nuclear. "El peligro", escriben los editores, "se ha visto subrayado por las crecientes tensiones entre muchos estados nuclearmente armados".
El editorial se ha publicado en un momento de gran interés por el tema, debido a la conmemoración del 78 aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto, y al estreno de la película Oppenheimer, de Christopher Nolan.
Los editores explicaron en su editorial que los profesionales de la salud desempeñaron un papel clave en la presentación de pruebas de las consecuencias médicas durante la Guerra Fría.
Pero, aunque algunos efectos ya se conocían cuando se empezaron a desarrollar las armas nucleares, no se comprendía bien el alcance de los daños de la radiación, explicó Joseph Shonka, doctor en física de la salud jubilado, en declaraciones para Univadis. Shonka estudió la radiación en Los Álamos, sede del programa estadounidense de bombas nucleares, para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Efectos a corto y largo plazo
La explosión inicial y los efectos de las quemaduras de un arma nuclear pueden matar a decenas o cientos de miles de personas de manera fulminante, explicó la doctora Angelika Claussen, vicepresidenta regional europea de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW). "Una guerra nuclear con las armas de los arsenales existentes podría matar a más personas en un solo día que las que murieron durante toda la Segunda Guerra Mundial", declaró a Univadis.
Las armas nucleares también producen radiaciones ionizantes nocivas con energía suficiente para romper enlaces químicos y dañar las células y el ADN. Tras la detonación durante ataques o ensayos, los materiales radiactivos, incluidos el estroncio y el cesio, pueden propagarse a las zonas circundantes a través del viento y las aguas subterráneas. Desde la prueba Trinity de 1945 se han realizado más de 2.000 pruebas. Históricamente, los residentes de las zonas de pruebas no fueron evacuados adecuadamente ni informados de los efectos, dijo Claussen.
A corto plazo, la exposición a altos niveles de radiación, generalmente más de 1 a 2 unidades gray (Gy) de dosis de radiación ionizante, puede tener efectos graves, provocando un síndrome agudo de radiación. También conocida como enfermedad por radiación, este trastorno agudo puede afectar a la médula ósea, el sistema gastrointestinal o el sistema nervioso central, y los síntomas incluyen náuseas, diarrea y ampollas en la piel. Sin cuidados intensivos especializados, la mayoría de los afectados fallecen.
La exposición perinatal a la radiación es especialmente perjudicial y puede interferir en el desarrollo infantil. "Cuanto más rápido se dividen las células, más sensibles son a la radiación", afirma Shonka. Se recomienda a las mujeres embarazadas que eviten las radiografías y los procedimientos médicos que impliquen incluso dosis bajas de radiación.
A largo plazo, la exposición a la radiación aumenta el riesgo de muchos tipos de cáncer, como la leucemia y el cáncer de tiroides, durante toda la vida de las personas expuestas, dijo Claussen. Un estudio de 2014 sobre la incidencia del cáncer en las Islas Marshall, donde se probaron armas nucleares entre 1946 y 1958, descubrió que la exposición a la lluvia radiactiva representaba el 20 % de los casos de cáncer de tiroides y el 5 % de los de leucemia.
Claussen afirmó que el aumento del riesgo es proporcional a la dosis de radiación. "Pero no existe una dosis por debajo de la cual no haya un aumento del riesgo". También señaló que algunas pruebas sugieren ahora que la exposición a la radiación aumenta también otras enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, lo que podría duplicar la mortalidad relacionada con la radiación.
"Los médicos deben saber que no hay nada como una simple explosión nuclear", afirma Claussen. Ella y sus compañeros del IPPNW publicaron un informe el año pasado en el que se concluía que incluso una guerra nuclear a escala relativamente pequeña provocaría hambruna. "Una guerra en la que se detonara menos de la 1/20 parte de las armas nucleares del mundo acabaría con el clima, las cadenas mundiales de suministro de alimentos y probablemente con el orden público", afirma el informe.
Relacionando los efectos con acontecimientos recientes, Shonka añadió que los retos a los que se enfrentó la cadena de suministro durante la pandemia de la COVID-19 son "una pequeña muestra de las consecuencias de una guerra nuclear a gran escala".
En caso de emergencia nuclear, se suele recomendar refugiarse hasta que bajen los niveles de radiación y pueda comenzar el triaje para gestionar la salud tanto física como mental de los supervivientes. El Organismo Internacional de Energía Atómica ofrece formación y publicó un extenso informe sobre la respuesta médica a las emergencias radiológicas en 2020.
La preparación para una emergencia nuclear sigue siendo relevante. En enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó la lista de medicamentos que deben almacenarse en caso de emergencia radiológica o nuclear. Los fármacos se utilizarían para prevenir o reducir la absorción de radionucleidos en el organismo y tratar los síntomas del síndrome agudo de radiación.
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