La más joven de la dinastía Aguilar continuó con un tema de Selena, para dar paso a su padre, Pepe, que redondeó la velada cerca de la media noche.
Luego de una larga introducción que incluyó danzantes y alebrijes, por fin un sonido familiar, mexicano y tradicional prendió a todo el público en el graderío de la Plaza México.
Las tamboras se acompañaron por fuegos artificiales que asfixiaron a algunos asistentes que, entre risas, sacudían la mano para retirar el humo buscando poder ver lo que pasaba en el centro del emblemático lugar.
Leonardo, el hijo de Pepe Aguilar, fue el primero en salir al ruedo para cantar un corrido muy entonado, al tiempo que daba cátedra de sus habilidades para cabalgar a un hermoso equino blanco raza española (como todos los del show) y decir: “Ciudad de México, ¡qué orgullo verlos aquí en la ciudad que yo nací! Feliz. Un privilegio empezar el año aquí con todos ustedes disfrutando de México y nuestra música”.
La plaza estaba llena y totalmente volcada al joven cuando inició con un éxito de Joan Sebastian, “Tatuajes”, que rindió a los espectadores, que entraron en el tono de la noche.
“Joan Sebastian es el artista que más ha marcado mi carrera, por él comencé a componer, por ello les presento una de mis nuevas canciones, ahí les va: ‘No puedo no caer’”, dijo Leonardo para continuar su repertorio.
Una breve pausa dio inicio a un show de charrería que deslumbró a todos: un charro comenzó a realizar suertes con la soga, con traje típico en tonos verde olivo, para finalmente ser acompañado por otros cuatro, dos de ellos realizando exhibición en caballo y otros dos en ruedo.
Después, los jinetes hacían acrobacias sobre los caballos, como cabalgar de pie en el lomo, o pasando de uno al otro, poniendo a la gente al filo de la butaca, principalmente gracias al charro Guillermo Sánchez.
“Me encanta. Algo tan mexicano es un extra que no todos los artistas traen”, dijo Jorge, un asistente acompañado de su padre, Fernando.
Cada tanto, la voz de Pepe presentaba a cada uno de los artistas que los acompañaban, después de la charreada, Antonio Aguilar hijo hizo aparición también en caballo, él en un traje de charro gris complementado por una chaqueta beige y un sombrero típico en color blanco.
“Le queda a uno como piloncillo la cabeza con el sombrero de charro”, dijo Antonio, antes de presentar un tema clásico de José Alfredo Jiménez, “Caminos de Guanajuato”.
Antonio comenzó a celebrar, en una noche más madura, con unos alcoholes. “Con las primeras tres apenas se siente uno entonado, con las otras tres voltea uno pa’ todos lados y empieza a ver a todas las mujeres bonitas, y las últimas tres... hasta los hombres”, bromeó.
El toque femenino
Después de la pausa apareció Ángela en un vestido negro con detalles brillantes sobre un caballo negro, desde el que entonó “Cachito de mi vida”, que puso a bailar a toda la gente.
La joven de 19 años impresionó a todos con su carisma y el de el caballo que montaba. Continuó con “Me gustas mucho”, para homenajear a Rocío Dúrcal, ella ahora abajo de su caballo y haciendo volar su vestido con estilizadas vueltas de baile.
“Buenas noches”, dijo con acento zacatecano: “Hoy les voy a cantar muchas canciones pero la siguiente canción la canté con un hombre muy tatuado”, señaló Ángela antes de interpretar una canción que provocó el grito general en los tendidos de la plaza: “Dime cómo quieres”, que grabó junto a Christian Nodal.
Los coros fueron entonados de forma unánime por los asistentes, acompañados con el audio de la voz de Nodal.
Ángela recordó su trayectoria con un discurso y entonó su siguiente canción, “La Llorona”, para la que se despojó de su gran falda tradicional y dejándose un vestido negro.
Mientras cantaba, un jinete con máscara de catrín y un sombrero típico danzaba encima de su caballo alrededor de Ángela: “No muchas personas creyeron que podíamos estar aquí esta noche, este lugar está lleno por México”, gritó Ángela.
La más joven de la dinastía Aguilar continuó con un tema de Selena, para dar paso a su padre, Pepe, que redondeó la velada cerca de la media noche.
