La IA de ChatGPT funciona gracias a trabajadores humanos que cobran 15 dólares la hora
AGENCIAS / EL TIEMPOChatGPT, el popular Chatbot de IA funciona gracias a algoritmos de aprendizaje, pero esos algoritmos no trabajan solos. Su etiquetado de datos lo realizan trabajadores humanos no especialmente bien pagados. Un nuevo informe elaborado por NBC revela que OpenAI, la startup tras ChatGPT ha estado pagando a un pequeño ejército de trabajadores autónomos en Estados Unidos. Esos trabajadores se encargar de asistir al chatbot en el proceso de etiquetado de datos, una parte crucial a la hora de entrenar la IA para que responda mejor a las preguntas de los usuarios. ¿Su recompensa? 15 dólares la hora.
“Somos trabajadores de base, pero sin nosotros no habría sistemas de IA”, explica Alexej Savreux a NBC. “Puedes diseñar todas las redes neurales que quieras y usar a todos los investigadores que quieras. Sin etiquetadores humanos no tendrías ChatGPT. No tendrías nada”.
El etiquetado de datos o Data Labeling (la tarea que llevan a cabo Savreux y sus compañeros) forma parte del proceso integral de análisis de muestras que permite a las IA identificar mejor objetos determinados de su dataset para poder identificarlos mejor. De esta manera, los trabajadores humanos ayudan a los sistemas automáticos de la IA a responder a las preguntas con más precisión, lo que juega un papel fundamental en los sistemas de aprendizaje máquina.
A pesar de la importancia de esta labor, NBC apunta que los trabajadores que se encargan de ella no están particularmente bien pagados. En el caso concreto de OpenAI, los etiquetadores de datos reciben poco más de lo que está estipulado como salario mínimo en Estados Unidos y no reciben beneficios fuera de esta paga.
Aunque suena mal, no es ni de lejos tan malo como lo que OpenAI solía pagar a sus equipos de moderación. Hasta hace poco, la compañía subcontrataba estos moderadores en África, donde gracias a los bajos salarios y a las malas condiciones laborales lograba pagarles solo dos dólares la hora. Para ello colaboraba con Sama, una compañía que se declaraba promotora del suministro ético de IA, pero que era famosa por poner en contacto a las grandes compañías tecnológicas con trabajadores de países en vías de desarrollo.
Sama fue demandada y acusada de proporcionar mano de obra en términos abusivos. Los moderadores de Kenia ayudaron a crear un sistema de filtrado para eliminar contenido ofensivo enviado al chatbot, pero para lograr eso tuvieron que exponerse a todo tipo de material horrible que incluía descripciones vívidas de asesinatos, tortura, violencia sexual o incesto.
La inteligencia artificial parece cosa de magia. Preguntas lo que sea y te contesta como por encanto. Desgraciadamente, la realidad es que esa magia depende de cientos de seres humanos invisibilizados que merecen un pago mejor por su contribución.
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