La Fernandomanía en México fue una aventura por TV y la era más gloriosa del deporte
José Luis Adriano / El Tiempo MonclovaAsí de trascendente es para mí y para muchos mexicanos el año en que un hombre miró al cielo.
Cuando recuerdo 1981 se me vienen a la mente dos cosas inmediatamente: la muerte de mi abuelo y Fernando Valenzuela. Una fue muy dolorosa en el plano personal, y la otra, que me ayudó a sanar, marcó el inicio de la era más gloriosa del deporte mexicano.
Así de trascendente es para mí y para muchos mexicanos el año en que un hombre miró al cielo para pasar una pelota en forma de 'tirabuzón' por el ojo de una aguja.
Pero esa trascendencia del hombre de Etchohuaquila, Sonora, cuyo número 34 reposará desde el viernes 11 de agosto de 2023, y para siempre, en el Dodger Stadium, nadie la imaginaba el día en que Tom Lasorda le dio la pelota para el juego inaugural de la temporada de 1981, luego de que su as, Jerry Reuss, se encontrará indispuesto por una lesión en la pantorrilla... pero una vez que terminó el juego ya había un fuerte olor a leyenda en el ambiente.
Yo tenía 11 años, cuando el 9 de abril de 1981, el montículo del estadio de Chavez Ravine fue ocupado por un robusto sujeto de origen yaqui proveniente de un poblado que entonces tenía menos de 700 y hoy no llega a 800 habitantes. Fernando Valenzuela Anguamea tenía 20 años y la oportunidad se le presentaba para enfrentar a los Houston Astros y a su veterano lanzador de bola de nudillos, Joe Niekro.
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