'Poder aportar algo de ti mismo no tiene precio'.
Luis Fernando Estrada, conocido tanatólogo monclovense, radicado en Piedras Negras, decidió iniciar un proceso de estudio dentro de la tanatología debido a situaciones personales vividas, todo con el objetivo de buscar una sanación y con ello poder brindar su ayuda a otras personas que estén atravesando una situación de dolor y pérdida.
Fernando, ¿Cómo fue que decidiste adentrarte en la tanatología?
"Mira todo fue a consecuencia de un divorcio en el 2019 y de la pérdida de un bebé de 4 meses de gestación, esto en el 2016, situaciones que marcaron mi vida grandemente y sobre todo que veía a mis niños y no sabía cómo poderles dar herramientas en esa cuestión, primeramente me invitaron a un taller para vivir un duelo por divorcio y ahí fue donde descubrí que existía la Tanatología, que no solamente engloba el tema de la muerte, sino todo tipo de pérdida, ruptura, separación, pérdida de mascota, de trabajo, cambio de ciudad, es decir todo lo que genera un conflicto de pérdida o dolor, esta área lo ve".
¿Tenías una expectativa sobre lo que ibas a aprender o cómo te ibas a sentir?
"La verdad fue más que nada para encontrar como vivir este proceso de duelo y también ayudarle a mis hijos, pero conforme fui conociendo más me fui apasionando de esto, primero estudié tanatología, posteriormente estudié logoterapia, que ayuda a como reencontrarle el sentido a la vida y aborda también temas de depresión y ansiedad, posteriormente en el tiempo de COVID-19, encontré mucho suicidio, por lo que busqué especializarme también como suicidologo, ya que también es un tema muy delicado, por lo que quise estudiar para abordar en conjunto todo esto".
¿Cómo le explicas a las personas que necesitan superar una pérdida, de cualquier tipo que tengan?
"Primero es hacerles ver la importancia de la salud mental y sobre todo el que un duelo no sanado, cómo es un cumulo de emociones, llega a repercutir en la salud física, llámese cáncer, tiroides o cualquiera que llegue a desencadenar problemas somatizados, es decir una emoción no canalizada".
¿Has tenido alguna experiencia que te haya marcado con alguno de tus pacientes?
"La verdad sí, con un niño de 5 años, paciente de leucemia, el cual quería saber muy a fondo que es lo qué iba a pasar con él y sobre todo qué iba a pasar con sus papás, al grado de que quería saber todo, no solamente lo psicológico sino también lo técnico, qué iba a pasar con él en el momento de que lo embalsamaran, de que lo pusieran en su ataúd, con su cuerpo después de ello, esto para mí fue algo que me marcó mucho, porque fue en los inicios de mi especialidad y el tener que explicarle también desde el lado paternal y profesional, fue una lucha muy difícil entre el conocimiento y el sentimiento".
¿Qué consideras que hace falta en las personas para que acepten recibir la ayuda de especialistas como tú?
"Creo que lo que hace más falta es crear la cultura de decir "yo quiero o tengo que ir con un especialista porque lo necesito", pero principalmente el quitarnos ese tabú de decir "yo no tengo que ir con un especialista mental porque no estoy loco", crear conciencia de que todos necesitamos ayuda para sanar la salud mental porque la estamos dejando de lado".
¿Cómo haces para al final del día soltar todo lo que tus pacientes te dejan?
"Practico mucho la meditación y la oración, no apegarme de ellos, hay una línea muy delgada entre la empatía y hacer mío su dolor, pero no es mío, solo estoy para acompañarlos".
¿Qué es lo que amas de tu profesión?
"Yo creo que lo más importante es ver cuando la persona te dice "he aprendido a vivir con la ausencia de mi ser querido", es brindar una parte de mi a otra persona, el poder aportar algo de ti no tiene precio y el ser útil a otros es la satisfacción más grande".
