El abordaje actual del insomnio infantil, especialmente las últimas evidencias respecto a los beneficios de las técnicas cognitivo-conductuales para prevenirlo y tratarlo fueron objeto de análisis en una mesa de debate organizada por el Grupo de Trabajo del Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP) durante su 69 Congreso.
Los participantes en este foro incidieron en la importancia de diagnosticar y manejar este problema de la forma más prematura posible tanto para evitar sus consecuencias sobre la salud a mediano-largo plazos como para facilitar su solución, ya que conforme avanza la edad más trabajo cuesta desmontar los malos hábitos de sueño.
"Aproximadamente 3% de los niños de edades entre 5 y 6 años presenta dificultades relacionadas con el sueño, tanto de inicio como de mantenimiento", declaró a Medscape en español el Dr. Gonzalo Pin, coordinador del Grupo del Sueño de la Asociación Española de Pediatría.
"Asimismo, según datos de nuestro grupo de trabajo, 27% de los niños de entre 5 y 12 años manifiesta un rechazo a acostarse, 11% presenta una latencia de sueño alargada (es decir, le cuesta más de media hora dormirse) y 6% tiene despertares nocturnos, dando lugar a una vigilia intersueño que puede llegar a durar más de una hora", agregó.
El Dr. Pin apuntó que si bien no se dispone de estadísticas de la prevalencia del insomnio infantil después de la pandemia, desde el punto de vista clínico se ha manifestado una mayor dificultad con el sueño en este grupo de población en la época pos-COVID-19, la cual afecta sobre todo al inicio del sueño y a su mantenimiento: "Se trata de algo muy relacionado con situaciones impuestas por la pandemia, como el confinamiento, el aislamiento social y las dificultades para desarrollar habilidades sociales por parte de los niños".
En la mesa se expuso el incremento que se observa en los últimos años de los casos de insomnio crónico, "entendiendo como tal la situación en la que existe insatisfacción con la cantidad del descanso, bien sea por resistencia a acostarse, por despertares frecuentes y por dificultad de dormirse de forma independiente. Si esto sucede más de tres veces por semana durante más de tres meses los padres deberían consultar con su pediatra", afirmó el Dr. Ignacio Cruz, coordinador del Grupo de Sueño de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y moderador del debate.
