En todo el mundo, el 3 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Higiene, una fecha destinada a recordarnos la importancia fundamental de la higiene en nuestras vidas.
Este concepto, que se deriva del término griego "hygieinós", que significa "sano" o "saludable", se relaciona directamente con la diosa griega Higía, la divinidad de la curación, la limpieza y la sanidad.
La higiene moderna engloba un conjunto de conocimientos y prácticas que los individuos aplican para controlar factores que pueden poner en riesgo su salud, y abarca desde la higiene personal hasta la limpieza de hogares, lugares de trabajo y alimentos.
Las buenas prácticas de higiene desempeñan un papel crucial en la prevención de diversas enfermedades.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en países de bajos ingresos, las enfermedades infecciosas, como las infecciones respiratorias bajas, el VIH/sida, las enfermedades diarreicas, el paludismo y la tuberculosis, representan casi un tercio de las defunciones.
La UNICEF señala que más del 50% de las enfermedades y muertes en la infancia se deben a gérmenes transmitidos por la ingestión de alimentos o agua contaminados y a la falta de higiene en las manos. La diarrea, por ejemplo, es la segunda causa de muerte en niños menores de cinco años a nivel mundial.
Sin embargo, la buena noticia es que medidas simples, como lavarse las manos con jabón en momentos clave, pueden tener un impacto significativo en la reducción de estas enfermedades. De acuerdo con la UNICEF, el lavado de manos con jabón puede reducir la incidencia de infecciones respiratorias en un 23% y el número de accesos de diarrea en casi un 50%.
La higiene de los alimentos también es esencial. Las frutas y verduras crudas deben lavarse minuciosamente con agua potable, y el lavado de manos antes y después de manipular alimentos es una práctica que puede prevenir la propagación de gérmenes.
Es importante destacar que la higiene no solo afecta nuestra salud personal, sino que también tiene un impacto en las generaciones futuras. Más de 5,000 niños menores de cinco años mueren cada día en el mundo debido a enfermedades diarreicas, en parte debido al agua contaminada, la falta de saneamiento básico y las prácticas higiénicas deficientes.
