Henry Kissinger y México: desde su amor por Acapulco hasta sus charlas con Echeverría

Henry Kissinger y México: desde su amor por Acapulco hasta sus charlas con Echeverría
El Universal / El Tiempo Monclova

El fallecido legendario diplomático de EU, quien pasó su luna de miel en el puerto, llegó a elogiar el sistema de partido único mexicano

Henry Kissinger, legendario y controvertido exsecretario estadounidense de Estado, falleció este miércoles a los 100 años de edad en su hogar en Connecticut. El diplomático era un eterno enamorado de Acapulco.

En el puerto de Guerrero, donde pasó la luna de miel con su segunda esposa Nancy Maginnes -asistente de Nelson Rockefeller- en 1974, Kissinger departía con personas tan pintorescas como el barón Enrico di Portanova, heredero de una fortuna petrolera o Loel Guinness, hijo de banqueros británicos, pero también con los magnates que consolidaron la globalización como Robert Day, director de Trust Company of the West (TCW), fondo de inversiones impulsor de las privatizaciones en México, Venezuela y Chile una década después.

En Kissinger. A biography (Simon & Schuster, 1992), Walter Isaacson detalla que como miembro del consejo de la misma TCW, el exespía del Ejército y asesor de Seguridad Nacional informaba periódicamente del clima político en México “junto a coloridas evaluaciones de sus líderes”. Day, quien administraba sus finanzas personales, le dio toda su confianza; “la privatización es la nueva tendencia más importante y Henry está perfectamente preparado para estar al frente. No hay nadie en el mundo que tenga contactos personales en tantos gobiernos y que pueda ayudar a resolver los acuerdos de privatización”, subrayó.

Además, documentos desclasificados en EU por la organización Archivos de Seguridad Nacional dan cuenta de una extraordinaria conversación sostenida en 1974 entre el diplomático y el presidente Luis Echeverría Álvarez en Los Pinos. De acuerdo con lo transcrito, que para los analistas estadounidenses exhibió las “inmensas ambiciones de liderazgo global” que Echeverría ya había mostrado al reunirse con Nixon dos años antes, Kissinger elogió el sistema del partido único mexicano, ya que se debe “capturar tanto terreno de la oposición como sea posible” y refirió que Nixon aplicó la misma política por el rechazo a la guerra de Vietnam en Estados Unidos.

Echeverría estaba atento a la sucesión en el Movimiento de los No Alineados entre el dirigente yugoslavo Josip Broz Tito y el argelino Houari Boumédiene; afirmó que “por primera vez los subdesarrollados se sienten fuertes y con un arma” (en alusión al embargo petrolero árabe de 1973, detonado por la guerra del Yom Kippur que Kissinger ayudó a frenar), a lo que su interlocutor contestó que entre más elevados fueran los precios del crudo “más alternativas se desarrollarán”. Le habla del petróleo de esquisto (shale) y de que “para 1980 ya no serán necesarias las importaciones de crudo en EU y para 1985 seremos exportadores”.

Luego de discutir la situación de los refugiados palestinos en Líbano, Kissinger señala que “cada problema es más complicado que el anterior. Siria, Jerusalén, mi futuro político está en riesgo” y, una vez que el mandatario mexicano le ha comentado que en Europa también hay inquietud por la escasez de gasolina y la inflación, considera que se trata de un fenómeno contemporáneo. “Todos los países tienen problemas internos, excepto México ¡ja ja! Algún día tiene que decirme, en confianza, ¿cómo eligen a un presidente?”

Foto: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos

Echeverría respondió: “Bueno, no es un secreto. Tenemos un partido. Sus líderes están en contacto con todas las fuerzas sociales del país”. Le asegura que como secretario de Gobernación se sobrepuso a la inestabilidad porque respaldó al presidente Gustavo Díaz Ordaz (su antecesor) y mantuvo el orden ante “brotes comunistas y estudiantiles”, pero al mismo tiempo expresa que México necesitaba “algo para capturar la imaginación de los jóvenes”, pues exigían “la liberalización del proceso político” y “eso es algo que no puede hacerse con bayonetas”.

Entonces, el Departamento de Estado ignoró el distanciamiento del PRI con la sociedad mexicana, lo que contribuyó al surgimiento de guerrillas y la guerra sucia. Por lo general aprobó la reacción de Echeverría que fortaleció al Ejército y el aparato de seguridad, pese al creciente nivel de violencia y el inicio de políticas en Washington para condicionar la ayuda exterior al respeto de los derechos humanos.

Después de la elección de Salinas de Gortari, alertó sobre la “amenaza comunista interna” que el nuevo mandatario enfrentaba en Los Angeles Times/The Washington Post y puntualizó que “EU puede jugar un papel primordial para alentar la democracia y la reforma económica” ayudando a solucionar el problema de la deuda. “La política económica liberal de Salinas sólo puede sostenerse con crecimiento. Pero la economía mexicana no puede crecer en tanto el servicio de la deuda consuma más de 6 por ciento del PIB”, escribió.

“Parte del peso de la ayuda debe ser asumido por los gobiernos acreedores, incluyendo EU”, concluyó Kissinger elogiando la “innovadora propuesta” formulada en ese sentido por “James Robinson de American Express”, sin mencionar que era su cliente y planeó la iniciativa con su apoyo.

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