Además de las enfermedades directamente relacionadas con el cerebro y su funcionamiento, existen otras condiciones, que no necesariamente son enfermedades, que pueden afectar la capacidad cognitiva, dentro de la que se cuenta la memoria.
La demencia, las enfermedades cerebrovasculares, las enfermedades neurodegenerativas y, evidentemente, la enfermedad de Alzheimer entre otras, son causantes de pérdida de memoria. También, como se explica en Clínica Mayo, hay otras situaciones, aparentemente no relacionadas con el cerebro que pueden afectarla, como la deficiencia de vitaminas, afecciones de la tiroides, algunos medicamentos y, además, hábitos de estilo de vida muy comunes como una mala rutina de sueño, una alimentación poco saludable, el sedentarismo, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, y también el estrés crónico, que ha sido relacionado con los estados inflamatorios y el daño celular.
Justamente en el estrés crónico se ha centrado un amplio estudio publicado en la revista médica Journal of the American Medical Association y que contó con más de 24 mil participantes, blancos y negros, de 45 años o más, y que encontró una “asociación independiente entre el estrés percibido y el deterioro cognitivo tanto prevalente como incidente”.
“A pesar de las disparidades raciales y étnicas en la demencia, hasta donde sabemos, pocos estudios longitudinales con una población diversa han investigado la asociación entre el estrés y el deterioro cognitivo”, dicen en la publicación y agregan que, aunque se necesitan más investigaciones que consoliden sus hallazgos, comprender todos los factores sociales y de conducta asociados con el estrés, puede ayudar a definir acciones eficientes para prevenir que el deterioro cognitivo progrese.
Cabe destacar que, aunque los resultados en el impacto del estrés no variaron consistentemente según edad, raza o sexo, sí se sostiene que las personas negras están más expuestas a factores estresantes como la discriminación, lo que quizás influye en que sea en esta raza donde se observa mayor probabilidad de demencia en adultos mayores.
Además de demostrar el impacto que tiene el estrés sobre el deterioro cognitivo, el estudio también señaló que tenían mayores niveles de estrés también tenían mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, así como diabetes y dislipidemia. Asimismo, los participantes con niveles elevados de estrés también eran menos activos físicamente, eran fumadores, y tenían un índice de masa corporal mayor.
Sin embargo, hay que mencionar que la pérdida de memoria puede ser reversible cuando responde a trastornos emocionales como el estrés, la ansiedad o la depresión. Estos estados pueden causar confusión, dificultad para concentrarnos, con lo cual, la mejor manera de afrontar esto es la prevención.
Qué hacer
Hay hábitos en el estilo de vida sobre los que podemos tener control, podemos modificar y ajustar para favorecer nuestra salud mental y general. En primer lugar, tener buenos hábitos de sueño, pues este es esencial para la consolidación de los recuerdos y la memoria.
También mantener en nuestra dieta, alimentos nutritivos que favorezcan la salud cerebral; como frutas, verduras, pero también proteínas, y grasas esenciales para el funcionamiento del organismo en general. Obviamente, y como lo hemos mencionado frecuentemente, evitar hábitos dañinos como el tabaquismo; mantener una actividad física regular y, por supuesto lidiar con el estrés ayudándonos con técnicas de respiración, practicando actividades que nos gusten, y meditando, entre otras prácticas.
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