El atacante eligió el lugar en el que su padre había estado entre 2000 y 2003 como el siguiente reto en su carrera.
Hace un año, el mercado de verano en Europa se sacudió con el fichaje del noruego Erling Haaland por el Manchester City inglés, después de ser vinculado con todos los clubes importantes del Viejo Continente, el atacante eligió el lugar en el que su padre había estado entre 2000 y 2003 como el siguiente reto en su carrera.
Era una apuesta arriesgada porque los antecedentes del entrenador de los Citizens, Josep Guardiola con centros delanteros no eran los más positivos, tras su enfrentamiento con el sueco Zlatan Ibrahimovic en el Barcelona y su tensa relación con el polaco Robert Lewandowski en el Bayern Múnich; los mejores momentos de las escuadras de Pep habían sido con futbolistas adaptados a esa posición o con características diferentes al nacido en Leeds.
No obstante, la combinación fue perfecta. El cuadro celeste alcanzó al fin su más grande éxito, la Liga de Campeones, tras derrotar en la final al Inter de Milán y sumó esa conquista a una nueva Premier League y a la FA Cup, con una victoria en el duelo decisivo en Wembley ante su vecino, el United para 12 meses inolvidables.
