En lo que respecta a homicidios dolosos, contabilizándose un total de 10 casos.
El cuerpo sin vida de un hombre, descubierto tras su ejecución en el rancho Santa Mónica de la delegación Venustiano Carranza, ha sido entregado a sus seres queridos. La esposa de la víctima se presentó ante la Fiscalía General del Estado para confirmar la identidad del difunto, identificado como Omar Moya Calvillo, de 37 años, cuyo cadáver, en estado de descomposición y con impactos de bala en el cráneo y tórax, ya reposa en manos familiares.
Aunque originario de Michoacán, Omar Moya Calvillo había establecido su residencia en Piedras Negras durante un período considerable. Hasta ahora, las autoridades estatales no han corroborado el motivo detrás de este trágico suceso, aunque se especula que podría derivar de un ajuste de cuentas.
Es relevante recordar que la presunta actividad ilegal de la víctima estaba vinculada al tráfico de migrantes, y en consecuencia, encontró su trágico final a manos de al menos dos personas.
Este año ha sido testigo de delitos de alto impacto, específicamente en lo que respecta a homicidios dolosos, contabilizándose un total de 10 casos.
Donde la colaboración entre las fuerzas del orden y la comunidad se ha vuelto crucial en este empeño, ya que la resolución de estos casos no solo brindará justicia a las víctimas y sus familias, sino que también contribuirá a restablecer un sentido de seguridad en la sociedad.
La dedicación de la autoridad en este proceso es evidente, y la esperanza reside en que se logre arrojar luz sobre estos hechos perturbadores y se apliquen las medidas necesarias para prevenir futuros episodios de violencia.
En el contexto de las tragedias que marcan la violencia, es crucial destacar que, en primera instancia, ninguna vida debería ser perdida. Esto adquiere una importancia aún mayor cuando se considera la trágica pérdida de individuos involucrados en conflictos vinculados al tráfico ilegal de personas. Estos enfrentamientos no solo representan un riesgo para aquellos directamente involucrados en estas actividades ilícitas, sino que también subrayan la necesidad de abordar de manera integral las raíces de este problema social. La violencia nunca puede justificarse, y la sociedad debe buscar soluciones que vayan más allá de las respuestas punitivas, abordando las condiciones subyacentes que propician tales confrontaciones mortales.
