La política, según Groucho Marx, es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
En México, esta forma de actuar y de gobernar, prometía haberse terminado con Morena, pero, después de lo ocurrido en Coahuila, con todos los que se dijeron defensores de la así llamada 4T, está lejos el “minuto de silencio” que pidió el dirigente nacional Mario Delgado para intentar sepultar a nuestro actual país del pasado.
Ayer, Morena anunció las bases y condiciones para elegir al coordinador de su movimiento en 2024, es decir, a quien abanderará la candidatura guinda para las próximas elecciones presidenciales. Fue el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, quien detalló la ruta a seguir, la cual luego reafirmó el propio líder morenista, Mario Delgado.
De un lado, estaban Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard. Del otro, hicieron su parte Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco, a quienes si sus respectivos partidos, el PT y el Verde, se los permiten, le entrarán también a la contienda.
El anuncio se dio por la tarde, sin espacio para mayores cuestionamientos.
No veo ocioso decir que entre las seis figuras que vimos en primera línea de la fuerza morenista, estaba el próximo presidente o presidenta de México. Sí es necesario, sin embargo, ahondar en que, después de lo ocurrido en Coahuila, la expectativa está más puesta en ver quien abre primero el rompimiento, casi a la par del 6 de septiembre, en que Morena anunciará a su candidato.
Ver las mañaneras con religiosidad periodística y ser un corresponsal virtual de la agenda de AMLO, me ha permitido conocer su lado más destacable como presidente y base partidista, pero también notar sus vicios.
A Ricardo Mejía Berdeja, quien buscó ser el candidato de Morena a la gubernatura de Coahuila, el presidente lo apapachó prácticamente a conciencia e incluso le armó su propio espacio en la mañanera, casi sin ocultar sus intenciones de posicionarlo.A unos días de las elecciones, sin embargo, luego de que “El Tigre” no fuera beneficiado por las encuestas e hiciera su propio camino por la gubernatura, AMLO le dio la espalda sin tapujos. El presidente básicamente pintó su raya con el candidato registrado por el PT y hasta le pidió no usar ni su nombre ni su imagen, además de insistir en que nadie debía cuestionar las encuestas de Morena para elegir candidatos. Previamente y en lo que se anunció con descaro como intenciones impulsadas por 2024, el PT y el Verde le cerraron tremendamente la puerta a su candidato. Y tal cual decía el periodista Louis Dumur, confirmaron que “la política es el arte de servirse de los hombres, haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. Ayer, después de casi darle sentido bíblico a sus reglas para 2024, los morenistas levantaron las manos y gritaron “unidad”. Pero, a inicios del proceso en Coahuila, también lo habían hecho y quedaron más quebrados que la oposición y lo que señalaban de su candidato. No se desprecia, claro, que si hay compromisos, debe haber congruencia. Pero, con un presidente que desconoce cualquier pensamiento que le sea contrario, es evidente que al margen de las presidenciales, el ojo también está puesto en cómo se defiende Morena ante una oposición que ya unió a quienes nunca imaginábamos de aliados. ¿O usted qué opina?
