Pese a no ser, por obviedad, oficialmente reconocido, el “dedazo” dentro de las elecciones en México es una práctica añeja, pero, ejercerlo con naturalidad, sin mayores tapujos y hasta con ciertos tintes de autoridad moral, para restarle a la oposición, es algo casi histórico.
Para entender, el "dedazo" en México es una práctica que consiste en la designación arbitraria de candidatos o funcionarios públicos sin un proceso competitivo ni basado en méritos. Esta forma de nepotismo político ha sido objeto de críticas debido a su impacto negativo en la meritocracia y la democracia del país.
Según la RAE, el “dedazo” es la "designación arbitraria de alguien por dedo, sin tener en cuenta la capacidad o los méritos". Y en su artículo "El dedazo en la selección de candidatos presidenciales en México", publicado en Redalyc, Márquez Morfín y Pacheco analizan y advierten sobre cómo esta práctica ha afectado el sistema político mexicano, destacando su impacto en la legitimidad y representatividad de las instituciones.
Además, organizaciones civiles como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) han publicado y documentado en el informe titulado "El dedazo en México", en 2018, las consecuencias de esta práctica también para la transparencia y la gobernanza.
Los ejemplos más claros del “dedazo” en México remiten al régimen priista, donde comúnmente el presidente en turno designaba a su sucesor sin la participación activa de otros actores políticos o sin someter la decisión a un proceso interno de selección, principalmente, con base en relaciones personales o acuerdos políticos, en lugar de en méritos o la voluntad del electorado.
Pero, el “dedazo” también ha sido criticado en otros partidos políticos y a nivel estatal y local, donde líderes o caciques políticos han impuesto candidatos sin seguir procesos democráticos internos, dejando de lado a otros aspirantes considerados con mejores credenciales.
En la era de AMLO, sin embargo, y al margen de lo que pueda decirse sobre el o la favorita entre las “corcholatas” presidenciales de Morena, ocurre una especie de “dedazo”, también para fortalecer a sus simpatizantes, pero con base en los señalamientos contra cualquiera que se les plante como opositor.
Para nadie es ajena la simpatía que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador entre el electorado, aun a 5 años de haber triunfado en las urnas. Y nadie puede tampoco negar que esa “autoridad moral” que presume y el hecho de marcar la agenda no solo mediática, sino también política con cada “mañanera”, le han dado un poder casi total en el país.
Con estas facultades extraordinarias, AMLO ha podido enfrentar a rivales políticos o ideológicos sin tapujos desde la máxima tribuna de Palacio Nacional, en el Salón Tesorería, y por el señalamiento de su dedo han pasado incluso los otros Poderes, como el Judicial.
Ahora, como lo ha venido adelantando, esta semana el presidente “anunciará” quién es el candidato de la oposición. El que, según sus perspectivas, ha sido el elegido.
Es muy probable que esta nueva figura bajo el dedo de AMLO concentre todos sus ataques y menciones por un largo rato. Ojalá al menos los medios y ciudadanos cautos podamos estar prevenidos. Es nuestra responsabilidad ahora y en 2024. ¿O usted qué opina?
