La fractura en Morena o lo que queda del partido en Coahuila, se hizo no solo notoria sino incluso grotesca.
La pregunta necesaria tras cada debate es la misma: ¿Quién lo ganó? La respuesta en este caso, tras el ejercicio de ayer, domingo, entre los candidatos a la gubernatura de Coahuila, lamentablemente es: nadie, ni siquiera los ciudadanos.
Aunque al margen de lo ocurrido en el Teatro Nazas de Torreón, las redes sociales fueron escenario de un debate alterno, entre las cuatro paredes del emblemático edificio e incluso en muchos usuarios del ciberespacio, pesó más la acusación y la sombra del pasado que la ciudadanía a conciencia.
Por una parte, la fractura en Morena, o lo que queda del partido en Coahuila, se hizo no solo notoria sino incluso grotesca y lamentable gracias a los señalamientos compartidos entre Armando Guadiana y Ricardo Mejía Berdeja.
El candidato oficial del partido guinda no dejó de sacar a colación el tema de la encuesta y delineó un intenso resentimiento del exsecretario de Seguridad por no ser el abanderado morenista.
Mejía Berdeja, con colmillo, puso sobre la mesa el expediente del empresario minero y ahora postulado a la gubernatura, quien respondió únicamente a la vieja usanza de la evasiva izquierda que viene de la escuela de lo Federal.
Guadiana quiso hacer eco de su gracia, o la que él cree tener. No le resultó. Ni él ni Mejía Berdeja son AMLO y parecen estar sumamente lejos de entender que la Cuarta Transformación, sin una figura como la del presidente mexicano, no tiene cabida ni impulso en un Coahuila tan políticamente recio y convulso como el actual.
El destino de los dos que se dicen verdaderos agentes de cambio, al menos tras este primer debate, parece no pasar de un triste lamento poselectoral.
Lenin Pérez fue tal vez el más astuto para lucir en propuestas. El detalle, debo decirlo, lo describió a la perfección la socióloga que tengo por compañera de vida: por más atinado en sus ejes, está con los partidos equivocados, y aun así es inconcebible ahora o a futuro una separación.
Finalmente, quien no tuvo ocasión de brillo fue Manolo Jiménez, pues aunque la ciudadanización que ha defendido y sabido implementar con talento en su trayectoría política, fue retomada más, menos, por sus adversarios, la negra figura de sus antecesores se le atravesó en el camino.
Manolo dijo, reiteró y repitió, como pudo, que ya no existe el moreirato en Coahuila, pero que el tema de la deuda siga tan vigente que fue el punto central del primer bloque temático, no ayudó en lo absoluto.
Faltan unos cuantos días para el próximo debate y semanas para la elección, es un hecho que Guadiana no dejará de redondear un circo y Mejía Berdeja buscará sacar su autoproclamado “tigre”.
Aunque no es nada justo dejar de lado a Lenin, la ciudadanía puede ser tan sorpresiva como las cartas de la política, y creo que eso tiene que verlo también Manolo jiménez, pues deberá jugar mejor la siguiente partida para estar solo en la boleta sin dejar de lado el apoyo de nadie de su alianza.
El momento de decidir está cerca. Que sea lo mejor para Coahuila.
