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En el Día de la Raza, la Hispanidad o la Resistencia, indígenas siguen en el olvido

En el Día de la Raza, la Hispanidad o la Resistencia, indígenas siguen en el olvido
El Universal / El tiempo Monclova
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Comunidades nativas en América Latina viven relegadas o maltratadas; en Guatemala, se han convertido en la primera línea de defensa de la democracia. 

Al cumplirse este jueves el 531 aniversario del descubrimiento de América, de la llegada de las tres naves del almirante italiano Cristóbal Colón a lo que hoy son tierras americanas, del encuentro de las culturas o de la hispanidad, los indígenas de Guatemala están disfrutando —con sacrificios y riesgos— del dulce olor de la venganza pacífica… y quizás podrían ser emulados por sus comunidades hermanas del resto de América Latina y el Caribe.

Al igual que las demás poblaciones nativas latinoamericanas y caribeñas, los indígenas guatemaltecos fueron relegados por siglos al olvido, la marginación y la exclusión o arrinconados al escalón social menos importante y más manipulable de Guatemala.

Pero ahora, en coincidencia con la efeméride que remite a 1492, hoy son la primera línea de defensa de la democracia de su país y de resistencia a los embates de las fuerzas tradicionales —políticas, económicas y militares— para impedir que se cumpla la voluntad de los guatemaltecos expresada en agosto pasado en las urnas al elegir al centroizquierdista Bernardo Arévalo como próximo presidente de Guatemala.

“Están hartos de la corrupción”, afirmó la socióloga guatemalteca Carmen Rosa de León, analista política y consultora independiente internacional en seguridad y defensa. “Es cierto que los indígenas latinoamericanos y caribeños han sido los pueblos más olvidados. En el caso de Guatemala son los que están manteniendo hoy la lucha por la democracia. Realmente ha sido espectacular”, dijo De León.

En una zona en la que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estableció, con censos y cálculos a 2022, que hay unos 54 millones de aborígenes entre sus casi 656 millones de habitantes, el drama de desesperanza—excluidos de la vida digna, sin salud ni educación y en masivo desempleo—se agravó en el siglo XXI con una brecha socioeconómica y política profundizada por los cambios científicos y tecnológicos.

“El componente indígena en cada una de nuestras sociedades corresponde, inexorablemente, una vez que se hacen los índices de desarrollo humano, al que menos beneficio ha recibido de la sociedad moderna”, explicó el abogado, historiador y analista político costarricense Álvaro Ramos.

“Son los componentes con menos acceso a educación, salud, tecnología. Los hemos reducido, en algunos casos, a las regiones más remotas de los países sin respetar que ellos eran los que estaban realmente en cada uno de estos países” con la llegada de los españoles en las etapas de Descubrimiento, Conquista y Colonización, planteó.

“Eso nos indica que tenemos todavía percepciones de colonización con respecto a ellos, que socialmente se usan como un discurso político, pero no como una población útil, productiva, a la que debemos incorporar en todos los órdenes de la sociedad. En algunos países se han abusado de los indígenas como grupos que llenan los cuarteles para reprimir a sus propios pueblos y también para combatir contra países hermanos”, recordó.

A consulta de este diario, Ramos describió un panorama de alerta sobre los siguientes factores:

+ Las sociedades de América Latina y el Caribe son herederas del grupo de los libertadores: los criollos que dirigieron la Independencia de España y que querían que los países se independizaran, pero para dirigirlos y seguir controlando al enorme contingente de población indígena. La independencia de España tampoco trajo grandes ventajas a las poblaciones originales, que quedaron sometidas a los gobiernos nacionales en vez de estar bajo dominio del imperio español.

Hay claramente un uso político y militar de la población indígena y sin incorporarla completamente a la sociedad moderna occidental. Siempre han sido reprimidos “increíblemente”. Los grupos comandados por criollos, como en Guatemala, los han reprimido en sus regiones originales.

+ Existen faltantes extraordinarios en la representación del grupo aborigen indígena americano en los cuerpos ejecutivos, legislativos y judiciales de todos los estados. Eso incluye la discriminación “tan grande contra ellos” en países avanzados como Canadá y Estados Unidos, donde la representación de grupos originales es poca y sin poder e influencia.

+ En naciones con un claro componente dominante europeo, como Argentina, que “tan reciente” como a finales del siglo XIX todavía estaba en un proceso de conquista a la Patagonia, al sur, con la Campaña del Desierto.

+ Los sectores de Costa Rica que están con los más bajos niveles de avance en salud pública y educación y que están más abandonados y aislados son los indígenas de Talamanca, en el sureste del territorio costarricense y que son los originales de esta nación.

A juicio de Ramos, “uno puede decir que hemos llegado a un punto histórico en el que veneramos el pasado indígena, nuestras reliquias indígenas, los sitios arqueológicos, como Machu Pichu (en Perú) o Teotihuacan (en México), pero olvidamos a las poblaciones actuales. Sin duda”.

La sublevación guatemalteca

Datos de CEPAL a 2022 confirmaron que Guatemala, con unos 18 millones 100 mil habitantes, tiene más de 7 millones 700 mil indígenas mayoritariamente mayas que ahora —y por primera vez en siglos— alzaron realmente su voz para oponerse a las maniobras de las clases dominantes tradicionales de recurrir a múltiples mecanismos judiciales para obstaculizar el ascenso de Arévalo a la Presidencia a partir del 14 de enero de 2024.

Arévalo convocó a los guatemaltecos de todas las capas sociales a lanzarse a las calles para exigir el respeto del resultado electoral de agosto y la renuncia de la abogada guatemalteca Consuelo Porras como Fiscal General, puesto vital para utilizar los más variados instrumentos jurídicos en la meta de cerrarle al paso al presidente electo.

En respuesta, los indígenas se sumaron a los bloqueos que, desde hace más de 10 días, mantienen paralizada a Guatemala para demandar que Porras dimita. La jerarca defendió que actúa apegada a la legalidad para indagar a Arévalo y a su partido, Semilla, por presuntas irregularidades electorales y en otros casos que provocarían anular de los comicios y obligarían a repetirlos, en una maniobra que permitiría a las fuerzas tradicionales preservar el poder.

Al respecto, la socióloga De León puntualizó que “las organizaciones indígenas han demostrado capacidad de movilización en la crisis guatemalteca y llevan más de 10 días que han paralizado el país. Han movilizado miles de personas. Hay más de 100 puntos en los que (los indígenas) están bloqueando”.

Tras relatar que “la organicidad del movimiento indígena ha sido impresionante” en su capacidad de resistencia, precisó que “logró también, por primera vez, unir a indígenas y a no indígenas en una sola pelea por la demanda para que renuncie la Fiscal”.

“Esto ha cambiado la percepción sobre ellos: siempre fueron vistos como víctimas del genocidio, que en Guatemala fue importante porque fue la población más afectada y masacrada. Ahora en esta coyuntura han sido los grandes líderes de la movilización nacional por su capacidad de paralizar un país”, añadió.

Al recordar que “de alguna forma ellos han estado ajenos al sistema político”, advirtió que “tampoco es fácil que incursionen en el sistema político guatemalteco: ellos no creen en ese sistema, dicen que si se meten en ese sistema se corrompen y tienen su propio sistema de organización. Ellos han actuado fuera del sistema, lo han paralizado y lo están quebrando”.

El escenario sorprendió a Semilla y Arévalo, mencionó. “Semilla, que es más que todo un movimiento urbano, no tenía a los indígenas como un factor importante en su agenda, porque carece de presencia en esas comunidades”, aseveró.

“Ellos están sacando la tarea. Y dicen de hecho que no es por un partido: dicen que están hartos de la corrupción y que esta señora (Porras) está quebrando la Constitución Política y la democracia”, narró.

En retroceso

La CEPAL, que pertenece a la estructura de la Organización de Naciones Unidas (ONU), confirmó en un estudio de 2023 que “hasta ahora, las políticas de desarrollo en los países de la región conducen forzosamente al retroceso de las economías propias de los pueblos Indígenas y a la progresiva participación de sus integrantes en la economía mercado”.

El informe, que evaluó los desafíos para garantizar los derechos colectivos de los pueblos indígenas en América Latina y el Caribe, recalcó que “en efecto, la desprotección territorial y el avance del extractivismo ha privado a muchas comunidades de sus medios de subsistencia, haciendo, muchas veces, inviable la continuidad de los sistemas económicos tradicionales”.

“En algunos países, además, los mecanismos de demarcación, titulación y saneamiento de las tierras indígenas implementados por los Estados han detonado un proceso de fragmentación de las tierras colectivas y de minifundización de la propiedad, dejando a las comunidades sin la base material para el desarrollo de sus propios planes de vida”, sentenció.

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