Un reciente estudio publicado en la revista Nature Communications revela que desayunar y cenar temprano podría ser clave para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca.
La investigación, basada en datos del estudio NutriNet-Santé con la participación de 103,389 adultos, arrojó resultados significativos sobre la relación entre los horarios de las comidas y la incidencia de enfermedades cardiovasculares.
Los científicos, que utilizaron registros médicos de la base de datos del UK Biobank, realizaron un seguimiento a los participantes con una edad mediana de 42 años durante aproximadamente 7 años.
Durante este período, se registraron 2,036 casos de enfermedad cardiovascular, que incluyeron 253 accidentes cerebrovasculares, 765 ataques isquémicos transitorios, 162 infartos de miocardio y 428 angioplastias, entre otros.
Los hallazgos revelaron que retrasar la primera comida del día se asoció con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, con un aumento del 6% en enfermedades cerebrovasculares por cada hora de retraso. Asimismo, aquellos que cenaban después de las 9 p.m. presentaban un 28% más de riesgo de enfermedad cerebrovascular en comparación con los que cenaban antes de las 8 p.m.
El estudio no encontró riesgos significativos asociados con la frecuencia de las comidas, pero sí destacó que cada hora adicional de ayuno nocturno se relacionaba con un 7% menos de riesgo de enfermedad cerebrovascular.
Tatiana Ridley, entrenadora de salud y nutricionista holística, señaló que estos resultados respaldan la idea de que los ritmos circadianos del cuerpo influyen en la capacidad de quemar calorías y regular el apetito. Añadió que la dieta basada en los ritmos circadianos podría ser crucial para la salud general.
Los investigadores subrayaron que la última comida del día no debería ser después de las 8 p.m., respaldando la noción del ayuno intermitente. Caroline Thomason, dietista y educadora en diabetes, advirtió que el ayuno no es una solución única y debe adaptarse a las necesidades individuales.
Anne Danahy, nutricionista registrada, respaldó los beneficios del ayuno intermitente, destacando mejoras metabólicas y reducción de riesgos de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Recomendó ayunar durante 8 a 10 horas al día, enfatizando la importancia de la calidad de la dieta.
