La primera vez que la Dra. Ana Florencia López Ornelas sospechó del ganglio inflamado que tenía en el cuello estaba por terminar su internado.
Eran finales de diciembre y rotaba en urgencias pediátricas. Había brotes de gripa y tenía una compañera hospitalizada por bronquitis, todo indicaba que el ganglio sería consecuencia de algún agente infeccioso, así que decidió esperar.
La joven había elegido la carrera de medicina por su vocación de ayudar a la gente, pero también porque le encantaban los acertijos. Le fascinaba indagar, buscar más allá de lo evidente y la medicina tenía ese algo detectivesco que la apasionaba. Cada paciente era una nueva incógnita y algunos diagnósticos un verdadero reto. Pero la joven nunca imaginó que terminaría siendo la detective de su propia enfermedad.
La segunda vez que puso su atención en el ganglio se encontraba haciendo su Servicio Social en cuidados paliativos del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) en la Ciudad de México. El ganglio seguía inflamado y aprovechó que una residente les habló sobre la importancia de los ganglios subclaviculares para hacerse revisar.
"Me dijo que la inflamación no era normal, pero luego vinieron las preguntas: ¿pérdida de peso, sudor por las noches, cansancio? Pérdida de peso y sudor, no. ¿Cansancio? Es un poco subjetivo preguntarle eso a alguien que está estudiando medicina, todos estamos cansados, todos nos quedamos dormidos sentados. Yo pensaba que mi cansancio era normal. Al final me dijo que seguramente sería algo infeccioso".
Pero después de un tiempo otros síntomas aparecieron. Comezón a la hora de bañarse e hipersensibilidad al alcohol. La sospecha de que algo andaba mal no desaparecía.
Su jefa de Servicio Social la llevó a consulta con otro oncólogo: infeccioso. El ganglio crecía. Esta vez su jefa la llevó con el decano del Instituto Nacional de Cancerología y las mismas preguntas: ¿pérdida de peso, sudor por las noches, cansancio? ¿No? Entonces: infeccioso.
"Después de que me vio el decano, la eminencia del instituto, dije bueno, si no es cáncer lo más seguro es que sea tuberculosis. Estaba segura de que durante el internado dos personas con tuberculosis me habían tosido en la cara", recordó.