Cómo afecta la diabetes a tu hígado: una de las principales razones de que este órgano enfermo
AGENCIAS / EL TIEMPOHay un órgano silencioso, trabaja incansablemente para mantener nuestro cuerpo en equilibrio: el hígado. Sin embargo, la diabetes puede desencadenar una serie de eventos que afectan silenciosamente a este órgano vital, llevándolo al borde de la enfermedad hepática.
De acuerdo con el Dr. David Victor, especialista en hígado del Hospital Houston Methodist, exploramos cómo la diabetes puede desencadenar problemas hepáticos y qué medidas preventivas se pueden tomar.
El hígado, conocido como el "centro de reciclaje" del cuerpo, realiza funciones cruciales, desde la desintoxicación hasta la producción de bilis para la digestión. La diabetes, especialmente la tipo 2, puede exacerbar problemas hepáticos, aumentando el riesgo de acumulación de grasa en el hígado, conocida como enfermedad del hígado graso.
El Dr. Victor destaca la importancia de abordar cualquier problema hepático de manera temprana, ya que el hígado no presenta síntomas hasta que el daño es significativo. La enfermedad hepática, que comienza con la inflamación, puede progresar a fibrosis y, en última instancia, a cirrosis, un daño permanente que puede requerir un trasplante de hígado para evitar la muerte.
Entre las causas de la de la enfermedad hepática se encuentran infecciones por hepatitis B o C, enfermedades autoinmunes, condiciones metabólicas hereditarias, abuso de alcohol y, en gran medida, el hígado graso asociado a la disfunción metabólica (MASLD). Este último afecta hasta a la mitad de los adultos, pero la mayoría no desarrollará enfermedad hepática.
La clave para la prevención radica en la detección temprana. Desafortunadamente, los síntomas de la enfermedad hepática avanzada, como ictericia y hinchazón abdominal, solo aparecen cuando el daño es irreversible. Es por eso que el Dr. Victor enfatiza la importancia de monitorear la función hepática a través de pruebas regulares.
El hígado graso, especialmente en personas con diabetes, aumenta el riesgo de daño crónico. Factores como la diabetes tipo 2, obesidad, colesterol alto y síndrome metabólico se suman al riesgo. El diagnóstico temprano se realiza mediante pruebas de función hepática, que evalúan enzimas y proteínas específicas.
El tratamiento inicial se centra en identificar y corregir la causa de la enfermedad hepática. Para el hígado graso, los cambios en el estilo de vida, como la pérdida de peso y una dieta saludable, son cruciales. En casos avanzados, se requiere monitoreo constante y posiblemente la intervención de especialistas en hígado.
La prevención es la piedra angular. Las pruebas de detección de hepatitis B y C son fundamentales, y los adultos con riesgo de hígado graso deben considerar análisis de sangre de rutina.
La conciencia y el monitoreo regular son las armas más poderosas contra la enfermedad hepática. En palabras del Dr. Victor, "monitorearlo implica buscar atención regular de tu médico y abordar las condiciones que puedan surgir. Idealmente, evitamos que ocurra la enfermedad hepática en primer lugar". La salud del hígado, ese guardián silencioso, merece nuestra atención constante.
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