Por todas las personas que no lo dijeron, pero te hicieron daño, perdón Emily, por estar en la tierra cinco años, en los que tus ojos siempre reflejaron tristeza, mientras en tu boca se dibujaba siempre una sonrisa.
Perdón porque te tocaron unos papis que no estaban listos para darte todo el amor que te merecías, perdón porque tuvieron una vida difícil y no se alejaron de las drogas, perdón porque cuando te abusaron nadie hizo nada, ni tu familia, ni el sistema.
Perdón, porque como sociedad estamos preparados por mover a toda una ciudad por un par de perritos asesinados, pero no por la vida en agonía que tuviste.
Perdón porque no pudiste acudir al preescolar, ese era tu sueño, tu mochila ya estaba lista.
Perdón porque no conocerás a la maestra que tendrías, ni te dieron la oportunidad de hacer amiguitos en tu salón de clases y aprender mucho.
Perdón, porque en tu velorio hubo de todo menos lágrimas y arrepentimiento.
Perdón porque nadie pudo sostener tus manitas cuando estabas agonizando.
Y gracias Emily, muchas gracias porque a tu servidora le recordaste que no había perdido la capacidad de sorprenderse, gracias porque el amor que le diste en vida a tus hermanitos, se quedó grabado en sus corazones, estuvieron en tu velorio a lado tuyo siempre, pese a las peleas, los gritos y los reclamos de alrededor.
Eras una niña que lo único que pedía era amor y atención, ojalá que tu muerte no haya sido en balde, que despiertes un sistema judicial moribundo, que despiertes el corazón de toda tu familia para que puedan regenerar sus tejidos y aprendan a amar a tus hermanitos, como tú lo merecías.
Sé que ahorita estás descansando a lado del eterno, a la diestra de Dios, jugando con los angelitos y riendo como siempre te gustó reír en la tierra.
Allá no habrá dolor, inconsciencia, enojo, golpes, tristeza y falta de consuelo.
No te preocupes, sabemos que tu pequeño corazón no guarda rencores y que tu amor hacia tus papis se quedó intacto, ellos ojalá que busquen la manera de estar bien por tus hermanitos.
Emily a tus cinco años demostraste que la resiliencia no solo es para adultos, que si quieres hablar con Dios solo hace falta hablar con un niño, que el amor incondicional es de los pequeños como tú, que sin importar nada siempre responden con un abrazo y un te amo.
Con un “yo voy a estar bien” a tus hermanitos, cuando sabían que ya estabas muriendo.
Pd. Recuerda que aquí abajo, siempre pensamos que seremos eternos y no nos damos cuenta de nuestros errores hasta que nuestra vida pende de un hilo, allá te espera lo mejor, disfruta de tu viaje al paraíso, a la eternidad.
Ya no duele, vuela alto Emily.
