La comunidad LGBTQ+ es de los grupos que se encuentran en vulnerabilidad mayor durante su trayecto migratorio.
Originario de Honduras, uno de los países que mayormente predominan en el tránsito migratorio hacia las fronteras de México en la búsqueda del sueño americano, "Alejandro" señala que su viaje, además de largo, ha sido muy complicado y oscuro, pues ha sido objeto de distintos tipos de violencia, entre ellas la sexual, lo cual desafortunadamente, como él dice, le ha salvado la vida y ha podido llegar hasta aquí para poder cumplir su sueño y vivir en el país americano, en el que espera una vida mucho mejor a la que ha vivido desde hace 10 años.
"Yo ya no pude seguir estudiando por la situación económica de mi familia, así que busque trabajo, encontré de varias cosas, incluso llegue a combinar el atender una tiendita en las mañanas y tardes y durante las noches trabajaba de mesero, eso me ayudaba a poder apoyar económicamente a mi familia, mi objetivo era que mis padres no tuvieran tantas dificultades, pero desafortunadamente, se me ocurrió abrir la boca, y todo cambio para mí".
Vida complicada. Alejandro actualmente cuenta con 30 años, hace dos años salió de su natal Honduras para, primero poder alejarse de su familia y segundo el poder tener una oportunidad de tener una vida mejor a la que ha estado viviendo desde que decidió decirle a sus padres que era homosexual, "papá estaba muy enojado porque mis tíos le dijeron que yo era gay, ellos me vieron con mi "novio", no pude reaccionar, solamente sentí el golpe apenas llegue, me sorprendió, pero ya era algo que me esperaba, pues en ese tiempo tenía 4 meses de haber iniciado una relación, ya me sentía más tranquilo económicamente aportaba bien a la casa entonces decidí permitirme algún momento de felicidad, si estaba enamorado, pero fueron dos golpes en uno, el primero de mis papás, quienes luego luego me echaron de casa, ni siquiera me dieron la oportunidad de explicarme, pero luego cuando me vi en la calle, busque a mi supuesto novio y realmente ni caso tiene mencionarlo porque no conté con él, me dejo apenas le pedí ayuda, así que ya ni la pena vale recordarlo, fueron meses difíciles, pero pude sobrevivir, luego con el paso de los años mis papás me buscaron, pero no para reconciliarnos, sino para exigir dinero, en ese entonces yo trabajaba de recepcionista por el día y por las noches igual de mesero, me iba bien y ellos solo querían dinero y se los di, fueron 7 años de dedicarles a ellos mi trabajo, pero siempre con esa recriminación y reclamo de que los avergonzaba, incluso con golpes, pero siempre fui débil, no podía faltarles el respeto, así que hace tres años decidí salir de mi país, un año completo me dedique a juntar y cuando tuve suficiente me fui y aquí estoy".
Mudanzas. Hace dos semanas Alejandro llego a Piedras Negras, ya listo para poder presentarse en la cita por la residencia humanitaria, pero su trayecto hacia Piedras Negras no fue nada fácil, pues inicialmente llego a instalarse en Tabasco, ahí se estableció y vivió un tiempo con algo de los ahorros que trae consigo, después decidió buscar trabajo, el cual consiguió y pudo ayudarse durante varios meses.
Para poder avanzar en su plan, decidió subir más al centro del país, estableciéndose en Ciudad de México, "ahí me topé con situaciones muy desagradables, las personas te ven y es como si trajeras la peste, pero hay algunos que son peores, tuve muchas amenazas, no diré de quien, pero sufrí mucho, sufrí abuso sexual, creen que porque eres homosexual ya estás a la disponibilidad de quien quiera, pero no es así, y muchos tenemos miedo de hablar, porque no somos de aquí y témenos que nos echen, no nos respetan, después de vivir eso me mude a Guanajuato y ahí hasta que vine aquí, esperando ya por fin tener una vida en paz".
