10 minutos de terror: cómo es tener un ataque de pánico y qué le hace a nuestro cuerpo
AGENCIAS / EL TIEMPOSale de la sala y bebe un poco de agua. Se siente desorientado; luego lo describiría como "estar fuera de sí". Acude a urgencias del hospital más cercano, donde cuenta su motivo de consulta: "Me está dando un ataque al corazón". La película quedó muy atrás.
Tras dos horas de pruebas y esperas llega el diagnóstico. "Usted ha sufrido un ataque de pánico", dice el médico de urgencias. Enrique se siente desorientado, incapaz y, sobre todo, temeroso de que la situación se repita.
Es probable que esto les suene. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 30 % de la población ha sufrido o sufrirá algún ataque de pánico. De hecho, en 2019 se registraron 301 millones de personas con diagnóstico de algún trastorno de ansiedad; 58 millones eran niños y adolescentes.
Impredicibles y breves
Un ataque de pánico implica sufrir un miedo intenso que desencadena reacciones físicas muy alarmantes sin motivo aparente.
La corta duración es otro rasgo definitorio. Mientras que otros trastornos de ansiedad, como la ansiedad generalizada, son relativamente duraderos y requieren una intervención prolongada, el ataque de pánico dura escasamente 10 minutos.
De todos modos, la persona puede sentir sus secuelas días después debido al estrés anticipatorio que implica no saber cuándo va a vivir otro episodio similar.
¿Qué le ocurre al organismo cuando lo sufrimos?
Aunque no todas las personas lo experimentan igual, los síntomas más comunes son palpitaciones, sudoración, temblor de manos, flojedad de piernas, náuseas, molestias abdominales, mareos, dolor de cabeza, opresión en el pecho, sensación de ahogo y sofocación.
Son manifestaciones fisiológicas que alertan al organismo de que existe una amenaza (en este caso imaginaria) contra su integridad física o psicológica.
Desde una perspectiva psicobiológica, supone la puesta en marcha de los procesos implicados en la lucha del organismo por la propia supervivencia. Es decir, se activa la liberación de cortisol, de adrenalina y noradrenalina y otros mecanismos hormonales relacionados con el sistema nervioso autónomo y estructuras subcorticales como la amígdala y la hipófisis.
Este fenómeno también se asocia con un déficit cognitivo. Algunas investigaciones han demostrado que haber padecido uno empeora el rendimiento en funciones como la atención, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento.
Esto se explica fundamentalmente por el estado de confusión e incluso "despersonalización" que acarrean los ataques.
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