Todos somos culpables de posponer las cosas a veces; siempre hay algo más interesante que el trabajo que tenemos entre manos. En general, pensamos que no es gran cosa, ya que una fecha límite es nuestra mayor inspiración y hacemos nuestro mejor trabajo cuando estamos inspirados.
Podemos bromear al respecto mientras nos convertimos en víctimas de los diversos tipos de procrastinación. Procrastinar significa retrasar o posponer una tarea urgente que puede perjudicar enormemente la productividad.
Una encuesta en 2015 en Inglaterra encontró que, en promedio, una persona pierde más de 55 días al año procrastinando, desperdiciando alrededor de 218 minutos todos los días haciendo cosas sin importancia.
Para luchar contra la procrastinación primero debemos encontrar que tipo de procrastinadores somos. ¿Estás listo para ver cuál eres tú?
- Tipo 1: el perfeccionista
Ellos son los que prestan demasiada atención a los detalles menores. Un perfeccionista tiene miedo de comenzar la tarea en cuestión porque se estresa por hacer bien cada detalle. También pueden quedarse atascados en el proceso, incluso cuando han comenzado, ya que tienen demasiado miedo para seguir adelante.
Consejos para el perfeccionista:
En lugar de dejar que tu obsesión por los detalles ocupe todo tu tiempo, ten claro el propósito de tus tareas y asigna un límite de tiempo a cada una para lidiar con este tipo de procrastinación. Esto te obligará a mantenerte enfocado y terminar tu tarea dentro del marco de tiempo.
- Tipo 2: el soñador
Es alguien que disfruta más haciendo el plan ideal que tomando medidas. Son muy creativos, pero les resulta difícil terminar una tarea.
Consejos para el soñador:
Para evitar dejarte llevar por tu imaginación sin fin con este tipo de procrastinación, vuelve a poner los pies en el suelo y establece metas específicas (y alcanzables) para cada día basadas en un marco especifico, alcanzable y basado en el tiempo. Establece una meta y divide el plan en pequeñas tareas en las que puedas tomar medidas de inmediato.
- Tipo 3: el evitador / auto-saboteador
Los que se preocupan tienen miedo de asumir tareas que creen que no pueden manejar. Prefieren posponer el trabajo a ser juzgados por otros cuando cometen errores.
Consejos para el evitador:
Toma el riesgo de hacer aquellas tareas que tanto quieres evitar, y no se te auto sabotees. Recuerda que muchas veces no hay peor obstáculo que nosotros mismos. Por eso, toma la iniciativa y haz aquello que quieres evitar, verás que muchas de las creencias que tenías sobre lo que podría suceder solo habitan en tu mente.
- Tipo 4: el hacedor de crisis
El hacedor de crisis retrasa deliberadamente el trabajo hasta el último minuto. Encuentra emocionantes los plazos (crisis) y cree que funciona mejor cuando trabaja bajo presión, lo que hace que administre mal su tiempo.
Consejos para el hacedor de crisis:
Verte obligado a apresurar el trabajo porque te desempeñarás mejor es solo una ilusión porque no dejas espacio para revisar el trabajo para mejorarlo después.
- Tipo 5: la abeja ocupada
Este tipo de postergadores son los quisquillosos. Tienen problemas para priorizar tareas porque tienen demasiadas o se niegan a trabajar en lo que consideran indigno de su esfuerzo. No saben cómo elegir la tarea que es mejor para ellos y simplemente posponen la toma de decisiones.
Consejos para el procrastinador ocupado:
Tienes que tener tus prioridades claras cuando te encuentras con este tipo de procrastinación. Las tareas importantes deben tener prioridad sobre las urgentes porque "urgente" no siempre significa importante. Tienes tanto tiempo y energía, y no quieres desperdiciar eso en cosas que no importan.
