Los televisores curvos, otra tecnología que pasó a mejor vida.
Hace prácticamente una década, entre las tecnologías de panel más punteras que podíamos encontrar en el mercado y en ferias como el CES, se encontraban los televisores curvos y los primeros con resolución 4K. Y es que, además de las teles 3D que no terminaron de convencer, los televisores curvos también tuvieron su minuto de gloria, destinados a ser "el futuro de la televisión". Sin embargo, como has podido comprobar, nada más lejos de la verdad.
En este artículo hemos querido darle un repaso a la corta trayectoria de los televisores curvos y cómo este concepto ha evolucionado hasta otro sector con el que sí parece haber congeniado: los monitores.
Los televisores curvos, otra tecnología que pasó a mejor vida.
Allá por 2013 ya se veían los primeros televisores curvos. Fabricantes tales como Samsung, LG, o Sony, entre otros, lanzaron su propuesta de gigantescos paneles curvados para nuestro salón. Los había de todo tipo: con resolución 4K, paneles LED, OLED, 3D y más. Aunque prácticamente pasaron a la historia, la teoría de esta tecnología no es para nada descabellada.
Los televisores curvos tienen sentido en ese momento en el que el usuario quiera abarcar más ángulo de visión. En el caso de que tengamos una mayor diagonal de pantalla, pero tengamos un espacio reducido, veremos cómo perdemos visión en las esquinas. Este efecto es similar a cuando nos encontramos en las primeras filas de un cine, teniendo que desplazar la mirada hacia las esquinas para poder verlo todo. Con las pantallas curvas se intentaba minimizar este efecto, sacando provecho a los televisores de gran diagonal en espacios reducidos.
Otro punto destacado de este tipo de televisores era ofrecer una mayor inmunidad a las reflexiones de la luz del entorno, evitando gran parte del reflejo de las ventanas de la habitación.
Sin embargo, tenían una clara desventaja: si en la sala había varios espectadores alejados del punto central, éstos verían peor el contenido, sobre todo si la curvatura era pronunciada, ya que había televisores extremadamente curvos. Generalmente, los televisores curvos ofrecían más ventajas que desventajas cuando el número de espectadores se reducía a tan solo una o dos personas, pero si había gente sentada de forma muy escorada, era fácil distraerse al poder ver el extremo lateral de la tele.
Otra de las desventajas era que, por aquella época, los procesos de fabricación para curvar el panel eran costosos, por lo que los paneles curvos se reservaron en un primer momento para los modelos más premium.
Allá por 2017 ya quedaban pocos fabricantes que ofrecían pantallas curvas entre sus propuestas. LG y Sony abandonaban el barco, y Samsung era de las pocas compañías que siguieron durante un tiempo más lanzando este tipo de paneles. El 4K y las pantallas OLED conquistaban el mercado, y los paneles curvos y 3D tenían los días contados.
La curvatura cobra más sentido en monitores.
En la actualidad, la curvatura en los paneles de las Smart TV es prácticamente inexistente, aunque esta práctica si logró convencer a muchos usuarios en los monitores. Y es que cada vez encontramos monitores de mayor diagonal, y la moda de las pantallas ultrawide sigue su curso. En relaciones de aspecto de 21:9 o los extremos 32:9, la curvatura sí tiene sentido, ya que además ofrece un plus de inmersión al único usuario que se encuentra al frente de la pantalla. Y es que esto último ha sido el factor diferenciante en el éxito de la curvatura en paneles, aunque eso sí, sigue siendo un mercado nicho.
Entre los últimos productos de paneles curvos podemos encontrar el monitor Samsung Odissey Neo G9, los nuevos monitores QD-OLED de Alienware, o el asombroso LG OLED Flex LX3 de 48 pulgadas, el cual se curva de forma automática. Estos paneles siguen ofreciéndose por un alto coste, pero parece que han encontrado su mercado, y que aún siendo un producto de nicho, no parece que los fabricantes quieran abandonarlo de momento.
