Ni el sismo ni la pandemia detienen la celebración del Cristo Negro en Xadani

Ni el sismo ni la pandemia detienen la celebración del Cristo Negro en Xadani
El Universal / El Tiempo Monclova

"Es la única celebración que el pueblo de Xadani nunca ha suspendido". 

Alejandro recuerda que hace 18 años pidió al Cristo Negro que salvara la vida de su abuela Isidra, mientras los médicos luchaban por sacarla de una crisis de glaucoma neovascular; el milagro se concretó y Alejandro pagó el favor este año al ser mayordomo de la única fiesta que el pueblo de Santa María Xadani nunca ha suspendido ni con el sismo de 2017 ni mucho menos con la pandemia por COVID-19: la celebración del Cristo Negro frente al mar muerto.

Alejandro Jiménez Matus y su madre, Marta Matus López, se prepararon durante todo un año para llegar hasta el 15 de enero, el día que en México y en algunas partes de Centroamérica, como Guatemala, celebran al Cristo Negro.

Religiosamente, Alejandro se presentó una vez al mes en la capilla en honor al santo frente al mar de Santa María, en el Istmo de Tehuantepec, desde el 16 de enero de 2020. En cada ocasión cumplió con el ritual de dedicarle un rezo, una veladora y flores.

Alejandro recuerda que el año pasado las autoridades municipales impidieron el paso de los visitantes debido al COVID-19 e incluso la Guardia Nacional tuvo que intervenir, pero la celebración se limitó a los habitantes del pueblo, ya que fueron pocos los fervientes de otras comunidades del Istmo los que se arriesgaron a presentarse ante los pies del santo utilizando caminos alternos sin vigilancia.

En esa ocasión fue notoria la poca afluencia pero no se suspendió el ritual, que dura tres días de convivencia entre pueblos zapotecas.

"Es la única celebración que el pueblo de Xadani nunca ha suspendido, después del sismo del 2017, la fiesta en el santuario se realizó. Creo que la fe es más grande que las tragedias o las pandemias. A pesar de todo, aquí estamos cumpliendo una promesa que hice hace casi dos décadas", comenta Alejandro en la puerta de la capilla del santuario del mar.

La  capilla del Cristo Negro de Esquipulas está ubicada frente al mar, que desde tiempos antiguos era considerado un espacio sagrado; para los primeros zapotecas que habitaron estas tierras, según investigadores, era un lugar dedicado a Bele Cru (Cruz del sur) que en estos días se puede ver en el cielo por la madrugada. Algunas ancianas todavía rezan en sus patios mirando a la constelación que forma una cruz en el cielo.

"La fiesta de la Santa Cruz en la orilla de la Laguna Superior celebra varios acontecimientos celestes; pero dado que Venus no sale todos los días en esta fecha por el horizonte oriental, podemos suponer que el Cristo Negro es una yuxtaposición al culto rendido en la época prehispánica a Bele Cru, que en nombre en zapoteco pudo ser Bele neza guete’ o Bele daa, y con la aparición de Venus, lo cual podía ocurrir en esta fecha cada cierto número de años solares, agregaba otro motivo religioso a la fiesta",  explica el libro La religión de los Binnigula’sa.

El santo negro, que es una réplica en miniatura del Cristo que se venera en Guatemala, es resguardado en un nicho, en un colorido altar de la capilla de cemento.

Los zapotecas que no pueden realizar el viaje a Esquipulas, Guatemala, ya sea para rendir tributo,  pagar una promesa o solicitar un milagro, llegan hasta el mar de Santa María Xadani. Al lugar llegan más de 10 mil personas provenientes de Chiapas y Veracruz, así como de todos los rincones del istmo oaxaqueño, durante dos días.

En esta celebración los pescadores practican tradicionalmente el tequio. Más de 10 lanchas, con tres pescadores a bordo cada una, parten el 13 por la madrugada hacia alta mar y pescan producto del mar (lisa, robalo, bagre, entre otros) que se entrega a los mayordomos, quienes lo preparan en caldo para dar de comer a los peregrinos que visitan la capilla el 15 de enero.

Los pescadores que participan son de las poblaciones de Álvaro Obregón, comunidad pesquera de Juchitán, así como los de Santa María Xadani. El mayordomo solicita a los hombres del mar el tequio y ellos a cambio reciben panes y chocolates. Además, el día que ofrecen los peces, el 14 por la tarde, los mayordomos los reciben con tamales y regalos por el aporte al santo.

La fraternidad entre los hombres del mar es una práctica que aún se conserva en esta celebración, pero cada día son menos los que participan.

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