Su recuperación y fortaleza fueron clave para que regresaran al nivel más alto.
Huesos y ligamentos rotos, silencio absoluto en la grada, y el carrito de las desgracias que confirma los peores pronósticos cuando un jugador abandona el campo entre lágirmas. El 2020 terminó pronto para Joe Burrow, Dak Prescott y Nick Bosa, baluartes de sus equipos que en cuestión de segundos vieron como su carrera se ponía en riesgo tras terribles lesiones, porque aunque la voluntad está, no siempre el cuerpo responde.
Afortunadamente para los tres el trago amargo quedó atrás, aunque no en el olvido, su recuperación y fortaleza fue clave para que regresaran al más alto nivel, tanto que hoy son candidatos a recibir el premio al Regreso del Año.
Aunque cada lesión tiene su complejidad, es probable que la de Joe Burrow haya sido la más fuerte. El entonces novato de los Bengals apenas aprendía a quitarse los golpes cuando de pronto, una fuerte tacleada de un defensivo del Washington Football Team combinada con la mala fortuna destrozó su rodilla izquierda. El mariscal de campo tuvo que abandonar el emparrillado en camilla y con evidentes signos de dolor. Horas más tarde, se confirmaron los malos pronósticos, Burrow se rompió múltiples ligamentos de su rodilla.
La resonancia magnética reveló que la primera selección del draft del 2020 sufrió una rotura en el ligamento cruzado anterior, en el ligamento medial colateral, además de varios problemas estructurales de la rodilla.
